Levantar la cabeza

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Un mural de Bansky en Venecia.

La tensión es máxima. El comandante anda entre las miradas de miedo y admiración de la tropa mientras espera la reacción del adversario. En función de la respuesta habrá paz o guerra. Cuando toma la decisión, lanza al campo de batalla un mensaje clave: "What we do in life echoes in eternity". La voluntad de trascender moviliza a todo el mundo y lleva a la victoria. Es la escena que protagoniza Russell Crowe al inicio de Gladiator, estrenada en 2000, cuando las historias que llegaban de Hollywood acababan bien.

En nuestra casa, en 2008 Manel arranca la carrera discográfica haciendo referencia a la misma voluntad romana de eternidad. El cuarteto lo ridiculizaba a Los mejores profesores europeos, un disco que debería pasar a la historia del pop catalán. Una pareja de romanos ha logrado el ansiado deseo más de 2.000 años después de ofrecer bueyes a los dioses. Por último, los turistas se retratan y pasean por su habitación. "Son lo bueno de pasar a la eternidad", canta solemnemente Gisbert.

Seis años más tarde, en el barrio de Queens, Banksy utiliza un rosa Barbie para reproducir el lema de Gladiator en un graffiti donde también incorpora el dibujo de una persona en blanco y negro dispuesta a borrarlo. La palabra eternidad ya sólo se intuye en el muro que el artista utiliza para inmortalizar su obra. El señor gris le está enviando a mejor vida.

Si la voluntad de trascender está ridiculizada o borrada del mapa, ¿qué moviliza ahora a la sociedad? CIDOB proporciona una primera respuesta a su anuario cuando enumera los principales temas que marcarán la agenda de este 2024. Destaca uno: "De la saturación informativa a la desconexión social". El think tank de referencia internacional ofrece tres datos para desarrollar el titular. Casi la mitad de los usuarios de las redes sociales ya no participan ni reaccionan a las noticias, el 65% de los adultos estadounidenses declaran que se sienten agotados cuando piensan en política, y más de la mitad de los usuarios de las redes sociales dudan de la su capacidad para discernir la veracidad de las noticias que leen en internet.

Cada vez hay más personas que desconectan de las instituciones y de los partidos políticos que gobiernan. Cansadas y abrumadas por el presente, bajan la cabeza y renuncian a mirar hacia delante. El filósofo Byung-Chul Han lleva años denunciando la creciente desconexión. En el ensayo La sociedad del cansancio (Editorial Herder), va más allá de la saturación informativa y señala como elementos clave la hiperactividad de lo que él llama la sociedad del rendimiento y “la moderna pérdida de creencias, que afecta no sólo a Dios o al más allá, sino también a la realidad misma”. Concluye que el cansancio de la sociedad del rendimiento aísla, la divide y la destruye.

La alerta democrática lleva años activa, pero este año es especialmente relevante. En el 2024 habrá elecciones en Estados Unidos y parece difícil que la historia pueda acabar bien. Los candidatos mejor posicionados tanto del Partido Republicano como del Partido Demócrata destacan por la poca energía que les queda. Difícilmente podrán conquistar los logros que el momento exige. El respeto que uno de ellos tiene por las instituciones democráticas es conocido y, sin embargo, quizás precisamente porque no los tiene, tiene opciones de ganar. En Europa habrá también elecciones al Parlamento Europeo, que siempre son importantes, pero pasan los años y cada vez lo son más. La opinión de Bruselas es ya determinante en las decisiones estratégicas. Habría que reforzar el proceso democrático que sustenta el tramado institucional comunitario. Pero, al mismo tiempo, la extrema derecha euroescéptica se hace grande.

Mientras, los frentes abiertos se multiplican y siguen requiriendo acción y grandes acuerdos. Idealmente a nivel global, pero nuestra referencia debe ser esa Europa que tanto le cuesta. El cambio tecnológico obliga a actualizar el modelo educativo, los procesos productivos, el papel del gobierno y sus herramientas. Si no se actúa, ese mundo lleno de oportunidades se transforma en un mundo en crisis. El cambio demográfico también afecta en múltiples dimensiones, de forma directa e indirecta. Basta con pensar en la presión sobre el sistema asistencial y sanitario, y el aumento de los flujos migratorios. A todo esto se suma la necesidad de tomar medidas para minimizar el cambio climático.

La pasividad no permitirá aprovechar las oportunidades que el momento ofrece y aumentará la injusticia con la que estos fenómenos impactan en la sociedad. Además, ya diferencia de las últimas décadas, al modelo democrático liberal le ha salido un competidor. China ha demostrado cómo, con un sistema de valores diferente, también se puede situar en la frontera tecnológica y aplicar medidas de política económica efectivas. Sin que el mundo se dé cuenta, la economía china está inmersa en una crisis inmobiliaria tan o más profunda que la que sufrieron muchos países occidentales hace una década. Si este 2024 sale indemne, supondrá un nuevo golpe de autoridad.

Van pasando los años, Banksy sigue llenando los muros que se levantan con obras de arte que denuncian la injusticia reinante en muchos países democráticos. Y el maestro Guillem Gisbert, que nos debe un nuevo disco, ahora se interesa por el porvenir. En Ambas torres, la obra de arte que acaba de publicar, canta con tono reivindicativo la voluntad de impactar en un lejano mañana y ofrece los ingredientes para alcanzar el ansiado deseo. "Mojarse, vincularse y ser leal a los demás". Para enderezar el país, toca levantar la cabeza.

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