En momentos como los actuales, ¿es posible imaginar formas de hacer política y estilos de liderazgo que no busquen sólo la confrontación, poner el dedo en el ojo al adversario o buscar audiencias sobre la base de quien la dice más grande? Estamos en una coyuntura en la que la complejidad y gravedad de los problemas que tenemos parecería exigir liderazgos e ideas a la altura de los retos, pero, en cambio, parece premiarse la simplificación y el matonismo. Y tenemos ejemplos tan lejos como muy cerca. Todo esto me ha venido a la cabeza viendo el filme de Andrea Segre La gran ambición, que después de un gran éxito en Italia, Filmin ha traído aquí. En la película encontramos los grandes enredos de la política italiana de los años 70, con el protagonismo de Enrico Berlinguer, entonces secretario general del Partido Comunista italiano, pero donde también destaca la presencia de Aldo Moro, el dirigente democristiano que acabó finalmente asesinado por las Brigadas Rojas en el año 1978.Enciclopedia catalana se habla de Enrico Berlinguer como un político nacido en Sàsser, Cerdeña, de familia alejadamente originaria de Cataluña. Se ha especulado sobre las relaciones del apellido Berlinguer con el de Berenguer, al igual que hay quien recuerda que el autobús que iba de Sàsser a Alguer se llamaba La Freccia Catalana. Pero lo cierto es que la mayor huella que dejó Enrico Berlinguer en Cataluña no viene determinada por sus orígenes, sino por su enorme influencia política en la configuración y pensamiento político de lo que, a lo largo de todo el franquismo, fue el principal partido contra la dictadura, el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC). Influencia sobre todo constatable en los años 70, en los momentos finales del franquismo y en plena transición política hacia la democracia. La transformación que realizó Berlinguer del Partido Comunista italiano tuvo un gran impacto en el PSUC, donde gente como Jordi Solé Tura había destacado traduciendo las obras de Antonio Gramsci y que siempre habían preferido la tradición comunista italiana a la francesa, más presente en el PCE de Santiago Carrillo.
Enrico Berlinguer fue formulando las bases de su propuesta de "compromiso histórico" y de lo que se conoció como eurocomunismo, a partir de la experiencia de la posguerra en toda Europa. Donde la lógica de la Guerra Fría bloqueaba de hecho la posibilidad de que los partidos comunistas en Europa llegaran a los gobiernos de sus respectivos países. El PCI gobernaba regiones, dirigía grandes ciudades, pero tenía vetada de facto su posible llegada al gobierno del Estado. De hecho, el filme comienza con el golpe de estado militar contra el gobierno de Unidad Popular de Salvador Allende en agosto de 1973. El final violento de la experiencia socialista y democrática que representaba Allende ponía en cuestión la coexistencia del capitalismo liberal y de las opciones socialistas que quisieran ir más allá de los límites marcados por el estado del bienestar. Se reforzaron así las opciones radicales que postulaban la lucha armada como la única salida posible, con evidentes expresiones en Alemania, Italia, Irlanda del Norte o España.
El dirigente comunista hizo una lectura de esta coyuntura histórica bien distinta. En la revista Rinascita publicó artículos donde recuperaba el concepto gramsciano de hegemonía y situaba el reto en la construcción de mayorías sociales transversales, con acuerdos con otras fuerzas políticas, buscando consensos amplios que permitieran evitar reacciones autoritarias. Por eso había que ir más allá de lo que era la clase obrera, crecer, ganar apoyos a capas de clases medias, gestionar con acierto, tejer alianzas… y prepararse para gobernar. Estuvo muy cerca en junio de 1976, cuando en las elecciones generales el PCI se acercó al 35% de los votos, una cifra nunca alcanzada por ningún partido comunista en Europa Occidental.
Antes de su muerte, en junio de 1984, Berlinguer defendió fuertemente la austeridad. La austeridad era para Berlinguer una filosofía social, una forma de ser y de vivir ante el derroche consumista sin sentido de un capitalismo desbocado. Una forma de relacionar austeridad con justicia social e igualdad: "Una vida menos desigual, más realmente libre, democrática, más humana". Si hace cuarenta años esto tenía sentido, tiene aún más ahora en plena emergencia climática y con un aumento significativo de las desigualdades. El nuevo candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York, Zohran Mamdani, lo recuerda con una expresión muy acertada cuando habla de "la ciudad que nos podemos permitir" (The affordable city).
Norberto Bobbio decía de Berlinguer, pocos días después de su desaparición, que no tenía los rasgos negativos de tantos dirigentes políticos, como son, decía, la vanidad, el exhibicionismo, la arrogancia o la pura retórica. Volvemos a estar en momentos en que este tipo de reflexiones son plenamente actuales... De nuevo y de forma más urgente, cuestión moral y coraje político aparecen inextricablemente unidos. Berlinguer era y sigue siendo para muchos no sólo un dirigente político, sino también y sobre todo un referente ético. Éste es hoy, en los tiempos que corren, un legado nada común que sigue haciéndonos recordar la película dedicada a este gran dirigente sardo.