Mirando la chimenea
Con abundancia de imágenes servidas desde la cámara de la grúa, surcando las alturas de la Capilla Sixtina, ahora buscando al Dios barbudo de Miguel Ángel tocando a Adán con el dedo, ahora bajando hasta los impertérritos alabarders de la Guardia Suiza formando sobre el mármol brillante con el uno y un Media ha transmitido la silenciosa espera hasta las cuatro y media de la tarde en punto, cuando los cardenales, encomendándose a todos los santos y santas en una hipnótica letaníatemprano pro nobis,han entrado en procesión en la Capilla Sixtina. Han invocado la inteligencia, la verdad y la paz, y han jurado sobre elEvangelio según san Mateo –abierto para el domingo en el que se lee: "Cambando junto al lago de Galilea, vio a Simón, el llamado Pedro, ya su hermano Andrés [...]. Venid conmigo y os haré pescadores de hombres"– proceder en conciencia a la elección de un nuevo papa. Y después, todo el mundo fuera.
La imagen ha pasado a la calle, a la gente que esperaba en la plaza de Sant Pere. Otra vez la tecnología se ha aliado con la tradición, la liturgia, y lo sagrado se ha visto en primer plano desde casa. sólo, saliendo de la Capilla Sixtina), que eligen la cabeza de una Iglesia en tiempos de tantas cabezas tantos sombreros, y en la que la noticia saldrá de una chimenea sobre un tejado con gaviotas vigilantes. Hay mucho en juego en esta tarde de impecable puesta en escena espiritual, cargada de sobreentendidos terrenales, ideológico atentos a sus pantallas.