Este verano se recordará por el calor extremo, los incendios y las matanzas. Pero cada uno tendrá su verano particular, convertido en refugio para la memoria. Más o menos todo el mundo de nuestro mundo primero vuelve ahora a la rutina. Se nota en las calles. Ya estamos conectados. Lo de desconectar, que hacíamos mucho más cuando los veranos eran analógicos, es prácticamente imposible en tiempos digitales. Hay personas que se desenchufan de las noticias porque son malas y les afecta. En verano y todo el año. Otros lo hacen porque no les interesan. Todo es lícito. Como no leer libros, como dice una mujer que hace vídeos en las redes y también es noticia. Porque hay quien no quiere saber nada pero quiere saber todo de esos gurús contemporáneos que los atrapan en las telarañas sociales. Ni unos son mejores porque les guste leer, ni otros peores porque se pasen el día mirando vídeos de TikTok. Entre otras cosas porque ser mejor o peor no puede resumirse en un artículo semanal. Y lo dejo aquí porque prefiero huir de ese tema como del calor.
Vivas en el universo que vivas, el mundo se desangra y la temperatura se eleva, la estupidez humana es más visible y más numerosa por una cuestión estadística y de medios, la maldad se expresa en sus múltiples formas reconocidas y la hipocresía se esparce como de costumbre. El alcalde de Bilbao, por donde ha pasado la Vuelta, es comprensivo y entiende que la ciudad proteste pacíficamente contra el genocidio en Gaza, pero no cree que la protesta deba llevar actitudes incívicas. Hace tiempo que la protesta se respeta solo cuando no molesta, y parece que molesta más una protesta que una guerra. Pero sobre todo, y esto es importante recordarlo, no mezclemos política y deporte. Nunca y bajo ningún concepto. Que una cosa es que se vete a los deportistas rusos y otra a los israelíes. A ver si al final no podremos disfrutar del deporte, ese invento tan apolítico y civilizado. Y hablando de rusos, que Putin y Xi Jinping se ve que hablan de inmortalidad entre un desfile militar y otro. Como si el resto del mundo esperáramos a que fueran eternos o como si nosotros quisiéramos serlo. Hay que pensar siempre que los chistes, cuando son muy largos, acaban perdiendo la gracia. Pero está claro que quienes se toman más en serio lo de alargar la vida, al menos la laboral, son los líderes mundiales, porque entre Putin y Xi Jinping, que son de la misma generación, y Trump, que iba unos cursos adelante, no hay quien se los quite de encima. Y perdonadme si este comentario suena como una apología del edadismo, nada más lejos de mi intención. Pero digo yo que eso de ser líder debe de enganchar. Te voten o no. A mí no me dan envidia porque me parece muy cansado y además tienes que tener el teléfono conectado toda la noche por si te llaman, pero entiendo que tiene sus ventajas. Por ejemplo, este verano el equipo del vicepresidente de EE.UU. hizo llenar el caudal del río Ohio para que pudiera hacer piragüismo con su familia en condiciones óptimas, aunque la excusa era la seguridad; como siempre, el atenuante perfecto. Tanto te sirve para manosear en los aeropuertos como para llenar un río. Y el presidente Trump, en vez de aprovechar para hacer un poco de bricolaje en casa como hace mucha gente en verano, ha decidido que lo que había que pintar, de negro, era el muro fronterizo con México con el objetivo de elevar la temperatura de las barras de metal. "Estará tan caliente que ni intentarán cruzarlo".
Ya, yo tampoco querría terminar aquí. Pero no hay más espacio. Esta gente ocupa mucho. Voy a leer. No a ser mejor persona, se entiende.