Nacionalistas hay de muchos tipos. Están los acomplejados, los que se tapan las orejas para no escuchar la música de fuera, los que abren las ventanas, los acostumbrados, los no acostumbrados, los que quieren y los que duelen. El nacionalismo del rey de España puede ser coyuntural, arrebatado, ofendido, dudoso, magnificente o impostado. Recordemos que con la madre se comunica en inglés, no en la lengua del imperio, y diría que la lengua que hables con quien te ha llevado al mundo significa algo. No lo veo ni bien ni mal, lo del inglés, ¿eh? Mi escritor preferido, Vladímir Nabókov, todo ruso, escribió toda la obra en inglés, y luego él mismo la tradujo a la lengua materna. Los reyes, ya se sabe. Se casan por interés y muchas lenguas maternas. Por cierto, digo "quien te ha llevado al mundo" no diciendo quién te ha parido, que también, sino quien te conduce a él. Aquel o aquélla que te hace de padre o de madre.
Estos días, viendo a los manifestantes en la calle, he pensado en qué tipo de nacionalistas son. Porque el papel que desempeñas con tu —pretendida— nación es el mismo papel que desempeñas con tu —pretendida— familia. Nada más y nada menos.
¿Un nacionalismo que se impone, por tanto, acomplejado, no natural? ¿Tienes que repetir y repetir lo que somos? Así serás con tus hijos, con tu pareja. ¿Un nacionalismo que no quiere rota la patria y que, para no romperla, si es necesario, acabará con los que la habitan? ¿Quieres que Cataluña sea española pero te sobran los catalanes? Así serás con tu familia. No pienso concederte el divorcio, no te quiero, te odio, pero la familia no se toca, así ha sido siempre, quiero que te jodas. Lo nacionalista violento es padre de familia violento, porque patria y matria se parecen demasiado.