El PSC ha sido el partido más votado en Catalunya gracias a recoger el voto útil del constitucionalismo a expensas de Ciudadanos, que ha perdido 30 diputados, y del PP, que hoy es la última fuerza parlamentaria con tres escaños. Salvador Illa ha sido el candidato más votado, pero las elecciones las gana quien consigue la mayoría para ser investido en el Parlament, y los votantes han decidido que Catalunya no puede pasar página y hacer como si los últimos diez años dramáticos se pudieran borrar como si nada.
La mayoría independentista es más amplia que nunca, y en el nuevo hemiciclo tiene 74 diputados y más del 50% de los votos, una ventaja para sentarse en la mesa de negociación comprometida por el PSOE y un mensaje internacional útil. ERC ha ganado el pulso dentro del bloque independentista y Pere Aragonès se ha impuesto al cabeza de lista de JxCat, Carles Puigdemont. Empezará ahora una negociación con “las nuevas bases” de las cuales hablaba el ex president. Laura Borràs ha demostrado que es una candidata efectiva y ahora tiene en sus manos que se negocie rápidamente un gobierno serio, sin frivolidades y capaz de gestionar la peor crisis económica y sanitaria que ha vivido nunca este país. También la CUP tendrá que decidir qué implicación asume.
Capítulo aparte merece la entrada en el Parlament de la extrema derecha, con 11 escaños. Hará falta una acción determinada y serena para no aceptar que marquen la agenda con las habituales provocaciones, que consiguen envenenar, todavía más, el debate público.
