

Las cosas que estuvieron pasando las dos últimas décadas del siglo pasado y las primeras del actual, y sobre todo en los últimos meses, me han convencido de que estamos entrando en una nueva época de nuestra historia. Espero que sea de progreso, y que nos permita, o en algunos casos, nos obligue a cambiar aspectos importantes de nuestra vida personal y de las relaciones sociales tanto de carácter local como global. Las dificultades, incomprensiones y enfrentamientos que ahora sufrimos, junto a las incertidumbres sobre el futuro, afectan a nuestra tranquilidad, hacen difícil nuestra convivencia y destruyen la confianza en muchos políticos. Si no nos adaptamos colectivamente a la realidad de la nueva época, no habrá progreso, y crecerán mucho las actuales dificultades.
1. La seguridad y el bienestar. Analizo sólo un aspecto muy concreto de todos estos cambios; uno que está ahora en la actualidad: la seguridad. Me pregunto cómo mejorar la seguridad de los europeos, un componente fundamental de nuestro bienestar. Lo hago analizando dos aspectos: a) Prever cuáles pueden ser para los europeos, durante los próximos años, las oportunidades de colaboración o de enfrentamiento con los actuales países fuertes en los campos económico o político, y después decidir cuáles deben ser nuestras orientaciones para facilitar la colaboración y evitar los peligros de enfrentamiento. b) Prever qué nuevos tipos dearmas pueden asegurar nuestra defensa, ya que no pienso que seamos nosotros quienes provoquemos enfrentamientos, y ver cómo se pueden financiar estas medidas sin poner en peligro la continuidad de las actuales políticas relacionadas con el estado del bienestar y con la reducción de la desigualdad.
2. Nuevo panorama mundial. El reparto del poder en el mundo se ha ido trasladando desde lo que son ahora los estados, a unas entidades de dimensiones superiores que denomino grandes estados (EE.UU., China, Rusia...) o agrupaciones de estados (la UE, el Sur Global, la OTAN...). Los cambios han provocado que el papel de muchos de los actuales pequeños estados (Canadá, Argentina, Alemania, Reino Unido, o España...) se haya reducido extraordinariamente, salvo que dispongan de una gran reserva de algún recurso natural importante como petróleo, gas, o minerales... Esta pérdida de influencia ya ha comenzado y se accedió. Hay que reubicarnos en la nueva etapa que ha empezado.
Es del todo evidente que si los actuales miembros de la UE queremos seguir teniendo un cierto papel importante en el contexto mundial, o bien debemos convertirnos en un gran estado o debemos formar parte de uno de los tres existentes. Hasta ahora parecía que el camino podía ser una mayor alianza con EEUU y un reforzamiento de la OTAN. Parece que esto se ha hecho más difícil tal y como evolucionan las cosas allí, y por tanto quizás sólo queda el camino de la conversión definitiva de la UE en un nuevo estado de carácter federal con una población, ejército, y poder económico importante y que seguiría manteniendo la diversidad interna que nace de su historia, pero con una unidad política similar a la de los grandes estados. Es un paso más después del mercado, las fronteras y la moneda únicos. Si alguno de los 27 no quiere, podría marcharse...
3. La capacidad de defensa y su financiación. La urgencia de financiar un aumento de la seguridad es imprescindible y complicada, pero creo que existen dos aspectos que la pueden hacer menos costosa. En primer lugar, lo que hace falta es aumentar la seguridad conjunta de toda la UE, pero no deben realizarse inversiones en cada uno de los miembros sino en el conjunto, y así se ahorrarán muchas duplicaciones. Una parte de los nuevos recursos que necesitará la UE serán recursos que ya tienen muchos de sus miembros actuales, y que pueden pasar a disposición de las autoridades centrales. Y, en segundo lugar, no hay que olvidar que cuando ahora se habla dearmas ya no se habla sólo de herramientas para matar a personas o para destruir construcciones, sino que las guerras cada vez se harán más en un espacio inmaterial en el que se afecta la disponibilidad de servicios de lo contrario, se manipula la realidad y la distribución de la información, y se utiliza la IA generativa. Esto significa que muchas de las inversiones serán en herramientas que se podrán utilizar para otros fines no bélicos y para mejorar la economía mientras no se necesiten para fines militares. No será necesario invertir en herramientas como las actuales que, aparte de la finalidad disuasoria, todos pensamos que lo mejor es que no tengan que ser utilizadas nunca.
Un aspecto aún más positivo. Si se saben tomar las decisiones adecuadas, la inversión y sobre todo la fabricación de nuevas armas que se necesiten pueden ayudar mucho a mejorar las capacidades científicas y tecnológicas europeas que en los últimos años han quedado muy atrasadas en relación a EE.UU. y China. La inversión en defensa puede acarrear una ayuda lateral a una política que aumente la capacidad tecnológica del continente. Históricamente, las inversiones en el campo de la defensa han estado muy a menudo en la base del crecimiento tecnológico de los países. Ahora también podrían servirnos para esta segunda finalidad.