Qué orgullo, la cocina sabia

250410PT CULTURA COMEM COCINA SAVIA Serie sobre abuelas señoras catalanas que enseñan recetas tradicionales de la cocina catalana con Empar Moliner Agustina nos hace unos pies de cerdo con judías del ganchillo en Can Montclar de Marganell 10 04 2025 Foto Pere Tordera Diari
25/11/2025
2 min

En el Mont Sant Benet se encontraron, el lunes, abuelas sabias. Gran Encuentro de Gastrosavias, se llamaba. Los anfitriones, los de la Fundació Alícia, que llevan años y cerraduras que pican piedra, consiguieron que abuelas cocineras de toda Catalunya se reunieran. Así, el alcalde de Sant Fruitós, cuando hacía el parlamento, saludó a su tía, y el conseller Ordeig, también desde el atril, unas amigas de su madre. Entre selfies y cortes de coca, fuimos hablando y sobre todo escuchando proyectos de todo el territorio, cuyo protagonista es la cocina que cuenta con el recetario no escrito en latín más antiguo de Europa. El legado que estamos obligados a transmitir es de ellas. Ellas han cuidado las recetas, las han apuntado con letra pulida, con humildad y voluntad de servir; quiero decir, pues, sin afán de protagonismo. Una buena cocinera sabe que el protagonista es el plato y no ella.

La mujer y la sartén en la cocina extiende, dice el dicho castellano. Qué daño que nos ha hecho eso. "¡Las mujeres en la cocina!" o "¡A fregar!", te gritaban cuando quizás estabas haciendo un trabajo masculina tales como conducir, encender el fuego o apilar leña. A mí, cuando me preguntan si me gusta cocinar, digo que no sé. Me gusta comer y me gusta, por tanto, saber cómo están hechas las cosas. No me gusta "en sí" cocinar, como no me gusta, "en sí", hacer deporte o no me gusta, "en sí", cavar en el huerto. Tampoco me disgusta. Me gusta la sensación de cuándo acabo y me gusta la idea de poder pensar en mis cosas mientras hago el trabajo mecánico. ¿Que si me gusta cocinar? Me gusta más que frotar (que tampoco me desagrada). Me gusta porque es como hacer un maratón: si entrenas, lo acabas. Me gusta reivindicar la sabiduría de esta cocina hecha de paciencia y ciencia. Me gusta el acto de amor que supone. Me gusta que quien cocina lo haga contento y sin espíritu de trascendencia, porque entonces, claro, es cuando la cocina trasciende. Por cierto, en el ARA buscamos una abuela sabia que nos haga una escudella de Navidad.

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