Menos palabras y más hechos: esto espera el mundo de la Cumbre del Clima

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Inundats por la crisis climática

Empieza la Cumbre del Clima de Glasgow, la COP26, y hasta el día 12 expertos, políticos y activistas competirán para explicar quién es el más consciente y responsable en la lucha contra el calentamiento global. Volverá a haber promesas, que se tildarán de insuficientes y que posiblemente, como ha pasado hasta ahora, no se cumplirán. Parole, parole, que dice la canción.

Pero esta COP26 llega en un momento diferente. Para empezar, con un año de retraso, puesto que se tenía que haber hecho en 2020 y, como es comprensible, la pandemia aconsejó aplazarla un año. Solo este hecho ya es significativo. Después de la pandemia todo ha cambiado. El mundo ha cambiado. De momento, no tanto de manera física o estructural –esto es más lento– como mental. Ahora sabemos que puede pasar lo impensable. Que podemos estar más de un año parados, a la espera, sin movernos prácticamente del lugar, sin relacionarnos más que con los más cercanos, atemorizados, colapsados por un pequeño virus que ataca a los más débiles y que nos utiliza a todos como transmisores. 

Todo lo que ha pasado era difícil de creer y de imaginar hace dos años, pero ya hacía tiempo, lo hemos sabido después, que los científicos avisaban que era una posibilidad real, y también hemos comprobado que solo gracias a los científicos –no a los políticos, que han fracasado estrepitosamente en general en la gestión y en la solidaridad internacional– estamos saliendo de esta situación. 

Así pues, las voces que tendríamos que escuchar con más atención y respeto estos días en Glasgow tendrían que ser las de los científicos y los afectados por los efectos evidentes y totalmente demostrados –incluso las grandes petroleras norteamericanas lo han acabado admitiendo– del calentamiento climático en las poblaciones y los territorios. Lo que está pasando ahora en algunas islas del océano Pacífico es como el Wuhan de la pandemia. Nos acabará llegando, más temprano o más tarde. Y, por lo que avanzan los últimos estudios, posiblemente más pronto de lo que creemos. Es importante analizar bien lo que se dice, ver el contraste de opiniones que se debate desde el rigor y entender que, igual que pasó con la pandemia, hay que tener en cuenta las necesidades sociales y económicas de los diferentes países. Posiblemente también se empezará a hablar ya de cómo paliar el desastre, porque cada vez más voces advierten que es prácticamente seguro que ya no estamos a tiempo de parar el calentamiento de tres grados más de temperatura a finales de siglo.

Estaría bien que, en general, no nos cogiéramos esta COP26 como una cumbre más. Ante las palabras y las promesas muchas veces vacías de los políticos, lo que espera el mundo, y en especial los jóvenes de este mundo, son hechos. Acciones claras y directas y dinero para llevarlas a cabo. 

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