

En TV3 nos muestran el interrogatorio (no es el juicio, es el interrogatorio para saber si "hay caso") del juez a Elisa Mouliáa por la denuncia de agresión sexual a Iñigo Errejón. Son preguntas chapuceras como: "¿Le bajó las bragas?".
En la noticia nos dicen que "hay mujeres que, viendo esta revictimización, lo pensarán, eso de denunciar". Pero no nos muestran el interrogatorio a él, que es igual de chapucero. "¿Se sacó el pene?", le pregunta el juez. Se ha filtrado, no tuviéramos que verlo. Pero si sólo nos muestran una parte, es tendencioso.
Hablar de "revictimizar" es no cuestionar que sea víctima. Entiendo el "yo sí te creo, hermana", que viene del desprecio a mujeres violadas o abusadas que nunca pudieron demostrar el daño que les habían hecho. Pero no entiendo el "Si dudas de mí eres machista", que impide cualquier cuestionamiento. La mujer de la que hablamos no le denunció el día de los "hechos". Lo hizo (y lo publicó con un tuit) cuando veía un programa de televisión donde explicaban que la periodista Cristina Fallaràs colgaba "denuncias" anónimas sobre asedio sexual en su muro de Facebook. ¿Es un método que no aprobaríamos en casos como el de un ataque con cuchillo o un abuso infantil, verdad? La denunciante se ha contradicho en estas diligencias previas. Por ejemplo, ha dicho que él cerró la habitación con baldón (pero, baldo, se ve que no había).
Al parecer, hoy, una adulta puede beber copas y bajo sus efectos iniciar (o no detener) una relación (por las razones que sea) que, al día siguiente, o una década más tarde, podrá rebobinar y rehacer los hechos tirando del VAR del feminismo (un feminismo, a menudo, que se parece demasiado, por mi gusto, a la "Sección Femenina" de Pilar Primo de Rivera). Algunas mujeres critican la "romantización" de las relaciones, y son las que a menudo denuncian relaciones simplemente poco románticas. Quiero ir por el mundo eligiendo y equivocándome, siendo ama de mis errores y aciertos, y no dejando pasar ni una, ni una agresión. Pero vivo en un mundo en el que falta poco para que el coito, en sí, sea considerado machista.