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Pic i pala

Para salir del agujero lo primero que hace falta es dejar de cavar. La obviedad viene al pelo en una semana en que un ejército político madrileño y sus votantes se han esforzado al máximo con pico y pala. Pero el uso del pico y la pala también es aplicable en Catalunya, donde los representantes políticos del soberanismo, incapaces de formar gobierno desde las elecciones del 14 de febrero, han parado las obras cuando se han empezado a romper las cañerías del país y del independentismo creyéndose que llegaban a la capa freática. Este sábado, después de ultimátums privados y públicos que irritan a los negociadores de Junts, el candidato de ERC a la presidencia, Pere Aragonès, ha tomado la palabra a Jordi Sànchez de prestarle el apoyo suficiente para gobernar en solitario.

El movimiento de ERC ha dejado a Junts con el paso cambiado y no está claro que no acabe desembocando en elecciones, porque tendrán que ser las bases del partido liderado por Sànchez las que acepten la propuesta de su secretario general. El accidente es posible, a pesar de que en Junts aseguran que en ningún caso la repetición electoral está en su agenda.

Catalunya tiene un gobierno en funciones desde hace 222 días tanto por la tan previsible parcialidad de la justicia española como por la opción del president Torra de inmolarse por un gesto efímero. Las negociaciones, que han durado más de 80 días, no han conseguido aproximar las estrategias ni acabar con la guerra interna de los partidos independentistas, especialmente cruda desde finales de 2017. Junts y ERC son incapaces de hacer un diagnóstico conjunto de los errores y los aciertos cometidos hace más de tres años, y esto les bloquea a ellos y al país.

Las estrategias de futuro

No se trata de no haber llegado a un acuerdo sobre políticas de gobierno, sino de no haber llegado a una aproximación sobre las estrategias de futuro relativas a la mesa de negociación que quizás algún día el gobierno español tendrá el coraje de establecer, dotándola de contenido y no como una distracción. Un gobierno español a quien la guerra intestina soberanista va dando tiempo para no tener que cumplir con su responsabilidad de desinflamar y solucionar los problemas de fondo que han llevado el independentismo al 52% del Parlament catalán.

En palabras de un negociador inteligente, “la mesa de Madrid es táctica para unos y estratégica para los otros”. Define perfectamente la voluntad o no de transitar este camino y la diferente lectura de cuáles son las vías alternativas en 2021 después de la experiencia de 2017.

Los escollos básicamente son los mismos que había al inicio de la negociación, y radican en la lectura del pasado y la evaluación de fuerzas del soberanismo, internamente y ante el Estado.

Entrando en detalle, ERC recuerda que ha ganado las elecciones y Junts las considera un empate. ERC considera que la soberanía popular está en el Parlament y lo encarnan las instituciones de la Generalitat, y Junts es partidario de pactar las estrategias en Madrid en un espacio de coordinación dentro del Consell per la República, un organismo formado hoy por 97.154 socios.

¿Cuál es ahora el panorama? El movimiento de Aragonès ha acabado con la estrategia de Junts de agotar los plazos de la negociación, a pesar de que Junts no la da por rota. Pero Aragonès ha sido tajante en su determinación de formar gobierno en solitario. Con los votos de la CUP y previsiblemente de En comú Podem, los de Sànchez tendrán que decidir si apoyan a un gobierno en minoría del ganador electoral (por detrás del PSC) o precipitan las elecciones.

Impaciencia

Mientras tanto, la vacunación empieza a abrir rendijas de luz en el siniestro túnel de la pandemia y de la recesión económica. Los ciudadanos de Catalunya no pueden continuar pagando impuestos y esperando que algún día lejano vuelvan las instituciones a facilitar la gestión empresarial, la calidad de la educación, la inversión en investigación, la mejora de la calidad universitaria y el apoyo a la red social y a los servicios públicos. La impaciencia está justificada cuando la Generalitat está desaparecida en la gestión de los fondos europeos, que pueden significar un revulsivo en el modelo económico y empresarial del país.

Abandonar la gestión autonómica no acerca a la independencia ni a los más convencidos.

Si se constituye, el gobierno Aragonès será débil en un momento capital, pero estará cohesionado. Los ciudadanos tomarán buena nota de quién coge el pico y la pala para construir el país y quién los coge para continuar cavando. De entrada, el PSC, a quien los independentistas vetaron en campaña, tendría que conseguir que quede claro si Pedro Sánchez tiene el coraje de asumir los indultos. Sin indultos y pidiendo que los independentistas “abjuren” de su ideología, seguro que el agujero será cada vez más insalvable y todos tendrán su parte de responsabilidad en la pérdida de utilidad de la política.

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