Pinochet y el gran experimento neoliberal (con nazis incluidos)

El líder de Vox, Santiago Abascal, el pasado 14 de septiembre en Madrid.
07/10/2025
3 min

El neoliberalismo, una doctrina económica bastante ajena al liberalismo clásico de Adam Smith, utilizó Chile como laboratorio experimental. El golpe de Estado de Augusto Pinochet gozó del patrocinio político y militar de Estados Unidos, pero en cuanto a ideología, descontando los típicos mantras soldadescos y curiles, se nutrió casi exclusivamente de la llamada Escuela de Chicago. Es decir, de la doctrina formulada por economistas como Friedrich von Hayek y Milton Friedman: el Estado es una banda mafiosa, los impuestos son un robo, no existe otra libertad que la del mercado, la solidaridad entorpece el sistema, etcétera.

Todo esto es sabido. Y, sin embargo, vale la pena rebuscar en aquella experiencia dictatorial. Quienes hayan leído Calle Londres, 38 sabrán de qué hablo. Quienes no lo hayan leído no deberían desanimarse ante el título completo: Calle Londres, 38. Dos casos de impunidad: Pinochet en Inglaterra y un nazi en la Patagonia. Hay informes sobre la producción mundial de soja con encabezamientos más atractivos. Pero la obra, una investigación del abogado británico Philippe Sands, vale la pena.

La vocación autoritaria es, decíamos, un rasgo característico del neoliberalismo desde su primera plasmación práctica, la chilena. En el libro de Sands se ofrece algún nuevo detalle sobre la devoción de Margaret Thatcher por Augusto Pinochet, y sobre el furor con el que Eduardo Fungairiño (1946-2019), fiscal jefe de la Audiencia Nacional durante el gobierno de José María Aznar, combatió la demanda de extradición a España formulada por Baltasar Garzón contra el general chileno.

El personaje central de Calle Londres, 38 es Walther Rauff (1906-1984), un antiguo oficial de la Marina alemana que, integrado en las SS, brindó grandes servicios al Tercer Reich. Desarrolló las primeras cámaras de dióxido de carbono (con las que fueron asesinados unos 200.000 enfermos mentales), inventó las cámaras de exterminio móviles (casi 100.000 cadáveres adicionales) y durante la guerra organizó el exterminio sistemático en el frente oriental, el tunecino y el italiano. Rauff logró huir a Latinoamérica gracias a las redes católicas pronazis y acabó instalándose en la Patagonia chilena. Durante años dirigió allí, en el confín del mundo, una industria pesquera.

Gente como Rauff siempre resulta útil cuando se trata de torturar y/o asesinar. El régimen de Pinochet recurrió a él desde los inicios de la dictadura: la voz con acento alemán que oían los torturados (siempre con vendas sobre los ojos) en el edificio de la calle Londres, 38, Santiago de Chile, era la de Rauff, experto en interrogatorios salvajes. Los camiones que se utilizaban para transportar presos vivos o ya muertos, en camino a la desaparición, eran más de una vez los de la empresa de Rauff. En resumen, el experimento neoliberal de la dictadura pinochetista (1973-1990) tuvo una conexión directa con un antiguo jerarca nazi. Y con bastantes otros fugitivos nazis de menor talla criminal. El hecho parece significativo.

Chile fue durante el pinochetismo objeto de admiración por parte de los neoliberales, incluyendo a Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Chile, modelo para el mundo. Chile, la economía más ordenada de Latinoamérica. Ahora ya sabemos lo que dio de sí la privatización de todo: la jubilación basada en los fondos de pensiones bancarios, por ejemplo, desembocó en miseria. La pensión media en Chile está hoy en 364 euros mensuales. Algo menos que en 2024, pero probablemente algo más que en 2026, porque la rentabilidad va bajando.

El caso chileno permite interpretar y ligar entre sí ciertos fenómenos contemporáneos. Cuando Donald Trump despliega el ejército en las calles de Estados Unidos, cuando el ascendente Nigel Farage promete deportaciones masivas en el Reino Unido, cuando los herederos del colaboracionismo francés con los nazis parecen encaminarse al poder, cuando el neofranquismo compite en intención de voto con la derecha tradicional española, conviene recordar la hibridación entre neoliberalismo y nazismo que se produjo en Chile. No porque recordar vaya a servirnos de gran cosa. Se trata, simplemente, de saber cuál es el bando de cada cual.

stats