La pinza global de Trump y Xi atrapa a la UE
La hostilidad declarada entre Washington y Pekín marca hoy el orden internacional. Y aunque la Unión Europea intente escapar de la lógica de blogs, su propia debilidad la supedita a una realidad definida por esta confrontación. La guerra comercial entre Estados Unidos y China tiene una larga lista de víctimas colaterales que respiran aliviadas tras la tregua anunciada por Donald Trump y Xi Jinping sobre las restricciones a las exportaciones de tierras raras. Pekín confirmaba el sábado que este retraso de un año se aplicará también a la Unión Europea, que logra así rebajar la presión que amenazaba a sus fabricantes de automóviles, aerogeneradores, turbinas eólicas, ordenadores y otros productos tecnológicos que veían peligrar sus existencias de tierras raras y, por tanto.
La UE compra tiempo, pero desde una posición de debilidad que no sabe cómo revertir. Europa lleva años buscando un espacio propio en este mundo hiperconectado. Pero la realidad es que la Unión ha quedado atrapada en la pinza global de Donald Trump y Xi Jinping.
La supeditación de la defensa europea a las capacidades militares estadounidenses es la primera de las debilidades transversales que determinan el vasallaje comunitario frente a Trump. Fuentes de la Comisión Europea reconocen que en el acuerdo arancelario firmado en agosto pesó mucho el compromiso de Estados Unidos con la OTAN y la venta de armas a Ucrania.
Además, Washington presiona a Bruselas para favorecer a los gigantes de Silicon Valley. Las palabras del vicepresidente e ideólogo del movimiento MAGA, JD Vance, en la última Conferencia de Seguridad de Múnic, en la que acusó a la UE de antidemocrática porque intenta regular el poder monopolístico de las grandes plataformas tecnológicas, fueron el primer aviso de una estrategia de ataque cada vez más directa contra la legislación digital europea. La Unión, que ha perdido capacidad de influir en la transformación de su vecindad más cercana, ve, en cambio, cómo la agenda ideológica de los grandes poderes digitales y su capacidad de determinar algorítmicamente los espacios de debate colectivos está cambiando la fisonomía sociopolítica europea, especialmente entre la población más joven.
Washington presiona también contra las propuestas comunitarias para recortar las emisiones de gases contaminantes. Funcionarios europeos que participaron el pasado mes en la reunión de la Organización Marítima Internacional en Londres para negociar un plan para la reducción de las emisiones del sector del transporte marítimo han denunciado que sus homólogos estadounidenses llegaron hasta las amenazas personales para evitar la votación. Pero las organizaciones del medio ambiente acusan al equipo de Ursula von der Leyen de haber sacrificado rápidamente sus compromisos climáticos para hacer contento a Trump.
La presidenta de la Comisión Europea prioriza evitar el enfrentamiento. Pero el margen de maniobra se estrecha tanto en el este como en el oeste. China también ha impuesto condiciones consideradas abusivas por las empresas europeas y exige la retirada de los aranceles a sus coches eléctricos y al acero. Von der Leyen, por su parte, acusa a Pekín de inundar los mercados mundiales con una sobreproducción subvencionada. Sin embargo, a pesar de la dureza retórica, la UE es totalmente dependiente de China para poder implementar buena parte de la transformación verde que ha abanderado hasta ahora. Desde 2022, la UE ha incrementado un 121% la importación de placas solares producidas en el país asiático.
Ni las incertidumbres comerciales globales ni las amenazas arancelarias trumpistas que ambas partes intentan capear han logrado rebajar la tensión mutua que la UE y China arrastran desde hace años. Europa es una potencia necesaria: el primer socio comercial tanto de Estados Unidos como de China, que sin embargo la tratan como un poder menor.
Más allá del pesimismo existencial que provoca el desprecio de su aliado histórico, y los efectos de lo que algunos expertos llaman "la geopolítica brutal", hecha de poder duro e individualismo descarnado, la Unión Europea necesita aclarar y consensuar, ante todo, qué significa ser europeo en este mundo, cuál es su posición respecto a la posición respecto a la posición respecto a la posición Unidos. Sin una respuesta clara a estos dilemas, la Unión Europea seguirá siendo un poder dependiente, atrapado en la confrontación estratégica entre China y Estados Unidos. Y ambos la utilizan en la estrategia para afianzar su hegemonía global.