Plazas castellanas

La plaza del Sol, en Barcelona, en una imagen de archivo.
20/04/2025
Periodista y escritor
3 min

En la plaza en la que crecimos ya no se oye hablar catalán. Los niños fuimos marchando. Muchos ya no volvieron. Llega la hora de cenar madurez. Vas desfilando hacia casa. No sabes que aquél será el último día. La vida es un juego de cartas que no juegas: te juega. Tú miras cómo van cayendo en la esterilla. 15, 16, 17… Año tras año desaparecíamos. La adolescencia fue una pandemia, un secuestro, un adiós faltado de manos. Y la plaza se quedó sin niños.

Un día algunos volvimos. Teníamos 35, 40, o 45. Hicimos respiraciones asistidas, sopladas de flotador, soplo de cigarros de niebla. Y hay días que me veo con camiseta y pantaloneta corta. Pelacho. Y el cabello de verano cosechado. Hay días que todavía te veo en el banco de madera blanca que ya no está: tú, tampoco. Fuimos felices. Fuimos tanto que llevamos siempre una sonrisa infantil en la cartera. Somos una foto de papel digitalizada en una neurona con vista cansada. En las paredes de la plaza rebota este match point de eternidad. Las sombras persiguiéndose en una cueva prehistórica. Las rodillas peladas sembradas en la tierra. Las voces pegadas a las piedras. ¿Nos sienta?

Hablábamos todos catalán. Incluso "los castellanos". Decíamos así en los ochenta. Y en los noventa. Y… No se lo puedo explicar porque ya no estamos. Nos marchamos un día de la plaza. Y cuando hemos vuelto ya no estamos. Bien, me peo elautotune: estamos como un ánfora decorativa de falso restaurante tradicional. No somos auténticos. insert coin. Ponga una moneda y oirá el mono. La anomalía del sistema. Una deglución atípica. Somos colesterol social. Porque los niños, los chicos, que suben a jugar a la plaza todos hablan castellano.

Son de todas partes: de familias catalanas, de familias medio-medio, venidos del otro lado del mundo. Pero todos United Colors of Español. Estudian en los mismos sitios. A los mismos que cumple 30, 40, 50 años. Y el español es la herramienta de integración. Asimilación. Negación. Todo es español. Lingüística, física, espiritualmente. Juegan a baloncesto en castellano. Miran a los ojos, de reojo, de espaldas, en castellano. No quieren saber otro idioma. La plaza está en castellano. Las plazas están en castellano. El país ocupado, al aire libre, está en español. Las calles nunca serán nuestras: el botín del 1 de octubre es la lengua. Y sin lengua no hay nada. Nota deautotune para el futuro: si hay otro octubre, salga adelante. coitus interruptus es el género dramático clásico catalán. La escuela ya no sirve para saber catalán. Ni la plaza. Ni a los niños. Así, ¿para qué queremos una lengua, una plaza, niños? No.

Negación: hemos negado la inmigración. Hemos negado a los inmigrantes. Pero también hemos negado la dimisión. Somos dimitidos. Hace años que lo decimos. Porque no somos funcionarios iletrados que realizan encuestas que no miran la realidad. Hace años que se ha dimitido de su lengua. No somos nación si somos dimisión. Un paso adelante: catalanohablantes. Os pensó… ¿Qué os pensáis? Nada va solo. Todo es doloroso, triste, miserable. Los niños en casa. Viendo detritus en castellano en el móvil. El catalán por matar el rato con las musarañas. La calle está en castellano: ¡no en Barcelona! ¡A los pueblos! En las plazas ya no hay nadie. Nadie que hable en catalán. Los nuevos catalanes. Los viejos, muriendo. Estamos en la plaza y todavía no hemos dicho la última palabra.

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