Las huidas hacia adelante suelen complicar las cosas, y Pere Aragonès ha optado por asumir la derrota y aceptarla de manera honesta. El president de la Generalitat en funciones sabe que el adelanto electoral se cocinó en Palau y que la decisión fue discutida desde el primer momento por el sector junquerista del partido. La apuesta de todo o nada, que hizo tras el fiasco de los presupuestos, ha quedado en nada, y el president de la Generalitat asume la derrota y abandonará el Parlament. Esquerra comienza así la reflexión interna que decidirá si mira al futuro o recupera el liderazgo de Oriol Junqueras. Para recuperar decencia en la política, el primer paso es aceptar los resultados electorales, admitir que el soberanismo ha perdido en la mayoría del país, que en buena parte se ha quedado en casa. El primer paso para liderar algo requiere reflexionar y reordenarse. Con unos resultados mucho mejores, pero insuficientes para cumplir los objetivos de la "restitución" y la vuelta, el president Carles Puigdemont se aferra a la sombra de una investidura muy incierta y quizá alguien de su entorno piensa que podría beneficiarse todavía de mayor polarización si se repitieran las elecciones. El soberanismo ha optado demasiadas veces por las huidas hacia adelante y la lectura parcial de la realidad. La unidad independentista saltó por los aires la pasada legislatura, y ahora no tendrá más remedio que renovar personas y estrategias.
