Poner límites al feminismo

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Estudiantes de la Universidad Autónoma de Barcelona.

El feminismo ha ido demasiado lejos. Esta es la percepción de muchos jóvenes catalanes según se desprende de una encuesta del Centro de Estudios de Opinión (CEO), y está en consonancia con la percepción de otros muchos jóvenes en diferentes lugares del mundo. Normal. El feminismo, afortunadamente, no es un movimiento local porque el machismo es un mal global. Se pueden buscar los motivos por los que estos jóvenes creen que nos hemos pasado de la raya. Ninguna explicación nos convencerá, obviamente. Ni justifica que sean unos retrógrados. Tampoco nos sorprenden los resultados. Cuando las mujeres reclamamos la igualdad de forma masiva, a los reaccionarios los cimientos les tambalean y nos esperan en la esquina para castigarnos. Están convencidos de que sus privilegios de género tienen que ver con su superioridad, y de que si tienen privilegios es porque se los han ganado, no porque han discriminado sistemáticamente a la mitad de la población. Como si el tema fuese científico y se demostrara que la desigualdad es natural. Esta creencia está ampliamente extendida. Las medidas sociales que se toman, que todavía son muy escasas para acercarnos a la igualdad deseada y luchada, supone para estos jóvenes, y muchos no tan jóvenes, la pérdida de los privilegios adquiridos legalmente desde el nacimiento por el hecho de ser hombres. Ni siquiera se plantean por qué los tienen. Como algunas mujeres, que tampoco se sienten discriminadas porque creen que si siempre ha sido así por algo será. Ellos crecen pensando que todos tienen las mismas oportunidades y que si las mujeres no las aprovechan, es un problema de ellas. La brecha salarial sigue siendo rotunda en Catalunya según datos que acaban de presentar los técnicos de Hacienda. En el 2022, las mujeres catalanas cobraron 5.568 euros menos que los hombres, es decir, la diferencia es de un 24,6%. Está claro que a las mujeres nos gusta trabajar gratis. Es nuestra naturaleza. ¿Qué otra explicación podría tener si no un problema enquistado que si se soluciona no será antes de 200 años?

Pero todo esto ya lo sabéis. Tenemos que repetirlo porque la memoria es caprichosa y se pierde el foco. Analicemos ahora lo que es aún más inquietante de todo. ¿Por qué se pregunta textualmente si creen que el feminismo ha ido demasiado lejos? ¿Por qué se hace esta pregunta exactamente? ¿No es extremadamente tendenciosa? ¿En qué otros temas se pregunta si se ha ido demasiado lejos? ¿Nos parecería correcto que preguntaran si se ha ido demasiado lejos en los derechos humanos? ¿O si en la justicia social se ha ido demasiado lejos? ¿Qué pasa? ¿Que el feminismo tiene que tener un límite? ¿Saben qué es el feminismo, quienes lo preguntan? ¿Ponen límite a la igualdad? La pregunta presupone que hemos llegado a la igualdad. O incluso que la hemos superado. El CEO es un órgano del Govern y el Govern sabe perfectamente que no es así. Pero da igual. La pregunta se hace igualmente. Con toda la perversidad que conlleva. Por eso es conveniente no quedarse con el titular de los jóvenes que piensan que nos hemos pasado de la raya, sino que el Govern también lo piensa. Y nos quiere hacer pensar que el feminismo tiene que tener un límite, porqué, si no, ¿a cuento de qué viene la pregunta?

La sentencia de Dani Alves confirma que el feminismo no ha ido tan lejos como quisiéramos. Por mucho que sea un ejemplo de que nadie, por rico y famoso que sea, puede quedar impune. Todas sabemos que esto no es verdad. Pero lo que sí es verdad es que hay un montón de comentarios que siguen poniendo a la víctima en el lado oscuro porque aún no han entendido la diferencia entre el deseo y la violación. Cuando el feminismo haya llegado lejos, que todo el mundo esté tranquilo, que ya avisaremos.

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