Pongámonos las pilas con el catalán
Con el catalán, la sacudida está siendo fuerte. Ante la evidencia del descenso del uso social de la lengua, especialmente entre los jóvenes, y ante la ofensiva judicial de la ultraderecha para romper el consenso alrededor del catalán como lengua vehicular en la escuela, se está produciendo una notable reacción social y política. Es como si el país hubiera dicho: no vale instalarse en el derrotismo, en el fatalismo. Actuemos. Y, en medio de las dificultades, hay algunos motivos para la esperanza. Por ejemplo, la elección idiomática de los estudiantes que han hecho los exámenes de la selectividad para acceder a la universidad, el 97% de los chicos y chicas han optado por hacer las pruebas en catalán. Quizás las cosas no se están haciendo tan mal en la ESO y el bachillerato, pues. Después hay el fenómeno del talent show de TV3, Eufòria: su ganadora, Mariona Escoda, de 21 años, dice que le gustaría "componer mayoritariamente en catalán". Y añade: "Falta música en catalán, aprovechemos que ha salido una remesa de artistas que pueden hacer música en catalán y hagamos música en catalán". Es joven, con ambición profesional y se proyecta hacia adelante con su idioma con naturalidad. El éxito de la película Alcarràs también demuestra que el catalán, si quiere, es una lengua de masas, mediática, de mayorías.
En el terreno político, a pesar de que ha costado, y que algunos sectores lo ven insuficiente, hay que valorar como un paso adelante el consenso para evitar que el TSJC decida el régimen lingüístico de la escuela con la imposición del 25% en castellano. Un TSJC que no disimula su sesgo ideológico cuando, como acaba de hacer, excluye de la causa del 25% todos los colectivos y actores pro inmersión. Los dos votos particulares dentro del mismo TSJC (de un total de 5) denotan la debilidad de los argumentos utilizados. En todo caso, la nueva ley pactada por ERC, JxCat, el PSC y los comuns busca mantener la centralidad del catalán como idioma vehicular a la enseñanza. Hay que decir, por cierto, que la inmersión ya no se aplicaba en muchos casos, cosa que el independentismo había ignorado. Ahora, forzados por la arbitraria sentencia del TSJC, se ha tenido que mirar de frente qué pasa en las aulas. Abordar los problemas es la mejor manera de empezar a resolverlos. Buscar un amplio acuerdo que destense el debate lingüístico en la escuela y dé cobertura al catalán como lengua central es una buena receta. Naturalmente, esto no lo arregla todo, simplemente pone las bases para trabajar.
Y de esto se trata, de ponerse a ello. La conselleria de Educación ha presentado este miércoles un plan para reforzar el aprendizaje del catalán y así, por ejemplo, en las pruebas de competencias básicas que hacen los estudiantes de 4º de ESO (y también en 6º de primaria) se añadirá un examen oral para evaluar la competencia en catalán, castellano e inglés. Además, el Consell Lingüístic Assessor del departamento ha propuesto más medidas, como por ejemplo que los alumnos de 4º de ESO tengan que hacer una prueba adicional para obtener el certificado de nivel de catalán y que, por lo tanto, se les deje de acreditar de manera automática el C1 cuando se gradúan. Sin caer en la provocación de la guerra de lenguas que busca la ultraderecha, hay que ir, en cambio, en la dirección de exigir más por la vía de los hechos. Este es el camino.