Prensa, democracia y lengua

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Un jubilado leyendo el diario

Éste es un artículo de agradecimiento a la Asociación Catalana de Prensa Comarcal, que ha tenido la generosidad de distinguirme con su Premio de Honor. Un reconocimiento que viene de los compañeros de profesión es especialmente valioso.

Leer un diario todos los días desde que era una criatura (en casa había una suscripción) me ha hecho como soy, me ha ayudado a entender el mundo, a afilar el espíritu crítico ya mantenerlo en forma. Hoy leo los periódicos aún con más interés, porque criban el alud de información y la presentan, en el papel, jerarquizada de una forma menos invasiva, acompañada del contexto de columnistas que se examinan a diario de su talento. Sin medios profesionales, la democracia se ahoga.

Además, la prensa comarcal y local es el primer escalón de la construcción de un espacio de comunicación nacional, y como vive con los conflictos de intereses cerca, es el primer campo donde se libra la batalla por la libertad de información.

Y por último, un apunte sobre prensa y lengua. En los años del franquismo, Josep Maria Espinàs dijo: “Escribir en catalán es una suerte. El escritor catalán tiene una ventaja que no tiene otro escritor del mundo. Dispone de una causa por la que poder luchar, y en un mundo en el que se habla de crisis de ideales, disponer de un ideal colectivo es un privilegio”. Sí, a veces esa sensación de tener que estar siempre salvando las palabras, pesa. Pero si algo te enseñan los años y el oficio es que la vida está luchando. Países mayores que el nuestro también tienen problemas existenciales, y en esto nosotros no somos distintos. Si acaso, a nosotros nos pasa que vivimos en un sistema comunicativo y en un orden político basados ​​en hacernos creer que somos un subsistema. Pero si dedican tantos esfuerzos a hacérnoslo creer es porque saben que no es verdad.

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