Es muy probable que las próximas elecciones generales sean en 2027, cuando habremos tenido 9 años de gobiernos Sánchez. Por sí solo, el desgaste natural del poder debería hacer ya probable que las elecciones dieran paso a un gobierno que, desgraciadamente, estará fuertemente influido por el triplete Vox-Aznar-Ayuso. Por circunstancias bien conocidas hoy, la probabilidad de que esto ocurra ha aumentado. Una situación decididamente mala para Cataluña. En esta situación, nuestras mejores políticas para los próximos dos años son las que reduzcan la probabilidad de que se materialice el mal resultado y las que nos preparen para un futuro posiblemente adverso. De nada serviría en este momento impulsar medidas que nos gratificaran emocionalmente, pero que fueran a la vez reversibles y propiciadoras de un gobierno condicionado por el triplete.
En esta línea, conviene asegurar que proyectos ya asumidos, anunciados, bien definidos y en proceso de articulación jurídica se concreten bien antes de las elecciones. Proyectos como Cercanías de Cataluña, el Consorcio de infraestructuras (que debería establecer la transferencia ex-ante de los fondos presupuestarios estatales) o, en un ámbito que conozco lo suficiente, el establecimiento en Barcelona del centro tecnológico alemán Fraunhofer–España, o la formalización del proyecto Innofab (semiconductores).
Más allá, hay cuatro aspectos que considero críticos:
1. Presupuestos. Convendría que la iniciativa política de los próximos dos años estuviera bien ordenada por presupuestos aprobados, tanto en el Estado como en Cataluña. No podemos permitirnos perder ni una brizna de oportunidad de desplegar acción pública con la máxima eficacia posible. Es evidente que no va a ser así si no tenemos presupuestos. Sin presupuestos pueden hacerse cosas, pero faltará el sentido de propósito, la coherencia y la determinación que da un presupuesto. Improvisaremos demasiado y nos pelearemos demasiado si no se establece en breve en que gastamos los recursos de los que disponemos.
2. Consolidar el estado de las autonomías. La financiación es la consideración primaria. Los recursos públicos para las necesidades del estado del bienestar deben aumentar significativamente. La resistencia, que celebro, al compromiso del 5% para defensa se ha hecho en aras de esta necesidad. Pero el gobierno tiene pendientes dos cosas. Una es poner una cifra. Yo creo que el aumento debería ser de un 2% del PIB –debería llegarse en un período no demasiado largo–. La otra es canalizar estos recursos por la vía del sistema de financiación autonómica que, seguramente, debería reformarse mínimamente para facilitar su absorción de una forma que garantizara un grado de nivelación superior al actual.
3. Una administración que funcione. Para sostener con garantías un futuro lleno de retos, Cataluña necesita una administración que funcione bien. Ahora no funciona bien. A veces poco a poco ya veces con prisa nos hemos enzarzado en procesos de complejificación administrativa que, con una voluntad de no hacer posible ninguna acción irregular, acaban alcanzando el resultado por el procedimiento de no hacer posible ninguna acción. O no hacerla posible en el tiempo indicado. Es un hecho del que nuestros dirigentes son bien conscientes y se afanan. En particular, hoy, desde Presidencia (Comisión Ramió) y Salut (Comité CAIROS, presidido por Manuel del Castillo). Las primeras indicaciones de sus trabajos prometen. Ojalá constituyan un avance importante hacia una administración más ágil. En cualquier caso: la experiencia indica que hay que ser vigilante de las consecuencias no deseadas. Por ejemplo, una acreditación por ser directivo público podría, como ha sido el caso en el mundo universitario, constituirse en un serio obstáculo a la reincorporación de talento hoy al exterior. Añado que el problema de la falta de agilidad administrativa también es español y en la misma intensidad (se ejecutará todo el Next Generation? ¿Se hará bien?). Pero es más grave para nosotros porque España sobrevivirá si no es ágil, y la Generalitat, vete a saber.
4. La Agencia Tributaria de Cataluña.Debemos fortalecerlo. Cuanto más sólida sea, más probable es que acabe gestionando todos los impuestos recaudados en Catalunya. Empezando por el IRPF. Fortalecer significa por encima de todo preservar su independencia —compartiendo información con la Agencia estatal— y crecer en un marco de calidad. El ATC debe contar con personal altamente cualificado y con talento fiscal del máximo nivel. Evitamos que se especialice en los niveles menos cualificados de la labor fiscal. Es bueno que crezca, pero es más importante que crezca bien.