El Priorat, la sequía y el 'retrapaís' olvidado
Últimamente el Priorat ha sido noticia por los incendios de Cabacés y Porrera y por los efectos de la extrema sequía. Una situación de emergencia que ha creado incertidumbre social y económica a los prioratinos, y que ha sido recogida por medios de información que han situado las causas en la fragilidad de nuestros bosques frente al fuego y en los efectos del cambio climático. Causas recurrentes que, por sí solas, sitúan las esperanzas de mejora en la suerte o en las rogativas en el cielo.
Sin embargo, desde el Priorat sabemos que, en Cataluña, los bosques arden por abandono, imprudencia o causas naturales, y que el cambio climático no es únicamente un problema de falta de lluvias o de incremento de las temperaturas, sino de imprevisibilidad climática, lo que pide políticas firmes para apaciguar sus efectos.
Un factor negativo por el equilibrio hidrológico del Priorat es la no coincidencia entre su unidad geográfica y sus límites comarcales. Así se desprende de los escritos del geógrafo e historiador Josep Iglésies i Fort, que fue –junto con Pau Vila– uno de los impulsores de la propuesta territorial de Cataluña del año 1936. En su trabajo El Priorat. La extensión de la comarca natural establecía que la comarca debía coincidir con la cuenca hidrográfica del río Siurana, de tal modo que situaba el límite comarcal a la confluencia con el Ebro, en el municipio de Garcia. Incomprensiblemente, el límite se estableció cerca del Masroig, a siete kilómetros del Ebro.
Pero el sin sentido en la política hidrológica del Priorat se remonta a 1897, con la propuesta de llevar el agua del Siurana a Reus ya los regadíos del Baix Camp. Operación que requerirá la construcción del pantano de Riudecanyes, y posteriormente la del pantano de Siurana, dando lugar a la concesión para trasvasar el 90% del caudal del Siurana al de Riudecanyes. Hecho que, junto con la falta de lluvias, provoca que el Siurana discurra seco la mayor parte del año, siendo un río casi muerto del que ni siquiera se respeta su caudal ecológico. Esta situación hace que en períodos lluviosos el río no pueda recargar a los freáticos, tan necesarios en épocas de sequías persistentes.
La absurda renuncia al caudal propio del Siurana ha obligado a dirigir la mirada hacia el Ebro. Así, a principios de año, el Govern propuso dos proyectos diferenciados, a ejecutar antes del 2027: llevar aguas del Ebro hasta el Siurana y abastecer el pantano de Margalef con el canal Garrigues Sud. En una primera fase se realizaría la conexión del pantano de Els Guiamets con el Ebro. Obras que deberían estar terminadas en 2025, y que permitirían el riego de 2.000 hectáreas y contribuir a la subsistencia de 600 familias.
Los trasvases tienen mala prensa. Derivar las aguas del Siurana en el Baix Camp; del Ter en Barcelona; del Besòs en el Llobregat; o del Ebro a la petroquímica de Tarragona, son trasvases. Derivar aguas del Ebro dentro de la misma cuenca, como es el caso del Priorat, no lo es. Es necesario valorar la pequeña incidencia de la propuesta, ya que el potencial de embalse de todos los pantanos del Priorat equivale al 12% de la capacidad del pantano de Ribarroja.
¿Nuevas elecciones, nuevas políticas? Es pronto, pero las líneas oficiales de lucha contra la sequía parecen priorizar a Barcelona y al norte de Cataluña (Sistema Ter-Llobregat y las correspondientes desaladoras). Es lógico, ya que vive el 83% de la población. Pero Barcelona y Peralada están lejos de las comarcas tarraconenses, que aún no han superado el papel de patio trasero de Catalunya. En la provincia de Tarragona tenemos centrales térmicas y nucleares; pantanos contaminados (Flix con una capacidad equivalente al de Siurana); una petroquímica anclada en la obsolescencia sin perspectivas de reconversión industrial; un apeadero del AVE en medio de la nada; un aeropuerto infrautilizado, mientras Barcelona apuesta por ampliar el de El Prat; e incluso imaginativas propuestas del Gobierno como ofrecer a los niños de Port Aventura visitas familiares a los tragaperras del Hard Rock, o traer agua del Ródano para minimizar los trasvases del Ebro.
Dentro de este marco de política territorial se encuentra la comarca del Priorat, conocida internacionalmente por la excelencia de sus vinos pero ignorada en su realidad geográfica y social. Y las cepas, como las personas, necesitan agua para sobrevivir. En este sentido, el etiquetado de las botellas de vino, junto a su composición, graduación o bouquet de pizarra, debería mencionar su procedencia real: “El Priorat, con un PIB en la cola de Catalunya; actividad industrial o ganadera;con un monocultivo que alcanza el 80% de la actividad, expuesto a las oscilaciones del mercado;con un progresivo proceso de despoblamiento; de una política hidrológica es parte del abandono social”. Glamour enológico de un futuro incierto.