El PSOE tiene que concretar sus planes para Catalunya

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El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, en el acto de clausura del congreso del partido en Valencia

BarcelonaEl 40º congreso del PSOE ha sido una balsa de aceite, una gran escenificación de la paz interna y del liderazgo absoluto que ejerce Pedro Sánchez sobre una formación que en los últimos años había sufrido fuertes crisis internas. La imagen que escenifica la unidad del partido es el abrazo del sábado de Sánchez con el ex presidente Felipe González, que había sido muy crítico con él. Sánchez, pues, ya tiene a todo el partido alineado detrás suyo para llevar a cabo sus políticas.

Por eso había una cierta expectación con su discurso de clausura y lo que pudiera decir, por ejemplo, de Catalunya. En este sentido, Sánchez se volvió a escudar en una defensa genérica de la vía del diálogo como la mejor solución para garantizar tanto la “concordia” como la “unidad de España”. El problema es que tarde o temprano este diálogo se tendrá que llenar de contenido, y hasta ahora ni Sánchez ni el PSOE han concretado cuál es su propuesta concreta para Catalunya, cuál es el encaje que proponen y que tendría que aspirar a convencer al menos a una parte de los catalanes que hoy se declaran independentistas. Pero no, en este aspecto la oferta del PSOE continúa siendo muy genérica. Es más, en este congreso se ha sustituido la palabra “plurinacionalidad” por una inocua “España multinivel”, en la cual no es difícil ver un inquietante paso atrás.

El nombramiento del andaluz Juan Espadas como nuevo responsable de política autonómica del partido, después de sus críticas a la relación bilateral con Catalunya, tampoco es una buena señal. Y en general, en el congreso las referencias a Catalunya, que es el gran problema interno que tiene España, y que es clave para Sánchez, han sido escasas, como si molestara.

Y es posible que el tema moleste, igual, por cierto, que el debate monarquía-república, pero no por no hablar de él desaparecerá. Desde este punto de vista es una lástima que no se haya aprovechado el congreso para avanzar en cuál sería la solución socialista al conflicto catalán, en qué propuestas concretas se tienen que tomar, por ejemplo, para proteger de manera efectiva las diferentes lenguas que se hablan en el Estado o en qué modelo de financiación autonómica o qué estructura competencial defienden.

Sánchez prefiere escudarse en la amenaza que para esta España más plural que él aspira a encarnar representa una posible alianza entre el PP y Vox. Y es cierto que esta posibilidad es real y sería catastrófica, pero no puede ser una excusa para no moverse, para no hacer propuestas arriesgadas y audaces. Y es que incluso pactar una protección adecuada del catalán en la ley audiovisual cuesta dios y ayuda, cuando en teoría forma parte del ideario del partido.

Después de la euforia del congreso, Sánchez y Bolaños tienen que volver a la realidad y sentarse a negociar los presupuestos con ERC, el PNV, Junts, el PDECat, etc. Y aquí comprobarán que no basta con palabras y que la confianza que se tiene que tejer entre teóricos socios necesita hechos contrastables. Porque por muy fuerte y unido que ahora esté el PSOE, continúa igual de lejos de la mayoría absoluta. 

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