Puigdemont baja a la tierra

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Carles Puigdemont tras la rueda de prensa en Mairie de Elne, Francia.

La decisión de Puigdemont de presentarse a las elecciones catalanas incorpora de lleno el independentismo al sistema y legitima ante los suyos la amnistía y la nueva etapa que abre. La ciudadanía tiene la oportunidad de poner a cada uno en su lugar con el voto, sin que ninguna parte pueda alegar ausencias no deseadas. Los partidarios del ruido se desahogarán estos días. Obviamente, la derecha saldrá a por todas, en defensa de la patria, contra los delincuentes que huyen de la justicia y quieren destruirla y contra el traidor Pedro Sánchez, que les ha abierto la puerta. Y, por supuesto, no puede darse por descartada alguna maniobra judicial que ponga bastones en las ruedas y envenene la situación. Puigdemont tiene derecho a presentarse. Ha preferido esta opción a seguir en Europa para dar satisfacción al sector del independentismo más creyente, y asume el riesgo de tener los pies en el suelo, es decir, de abandonar la protección del aura del exilio. Bajar del escenario al contacto directo es dejar en el armario la protección del mito que evita la confrontación de la realidad por no ponerse en evidencia. Es decir, someterse a la prueba de límites.

Se equivocó cuando en 2017 perdió el mundo de vista e hizo lo que no estaba a su alcance: la proclamación de la independencia, con las consecuencias que todos sabemos. Ahora ha decidido ser uno más en la contienda electoral. La derecha bramará como siempre, Feijóo y compañía subirán aún más el nivel de decibelios de un discurso que ya hace tiempo que ha sustituido a la política por la bronca. Al otro lado, los más arruinados de los suyos insistirán con la idea de “lo volveremos a hacer” y las fugas verbales hacia no se sabe muy bien dónde.

Pero lo cierto es que Puigdemont baja al suelo, a jugársela, abandonando la distancia que alimentaba el mito y le evitaba la prueba de los hechos. Ahora será uno más de los candidatos. Y contribuirá así a hacer posible una nueva etapa que dejará atrás mitos y falacias. El simple hecho de bajar a la pugna electoral es un reconocimiento de que la independencia no está a la orden del día. Y que está dispuesto a empezar de nuevo, a contar en el nuevo mapa político, y dejar de vivir de la promesa y de la condición de víctima. Uno más en la batalla electoral. Su gesto puede ser una mano a la normalización que busca Pedro Sánchez. Fantasmas fuera.

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