El reclamo más sórdido para Nochevieja

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Atresmedia ha vuelto a promocionar las campanadas de Cristina Pedroche utilizando escenas que conectan su desnudez con la violencia machista. El año pasado, diez días antes de comer las doce uvas, el grupo de comunicación anunciaba el regreso de la presentadora a la Puerta del Sol con un anuncio donde fingían recuperarla de las mazmorras del edificio. Hacían como si hubiera pasado un año secuestrada. Un directivo ordenaba que ya podían sacarla del agujero y unos trabajadores recorrían todos los estudios de televisión, iban bajando plantas hasta el sótano y ponían la llave en la cerradura de un bunker. Y ahí dentro, a oscuras, mostraban a Pedroche desnuda y medio enloquecida por la soledad, riendo alterada, y tachando palets en una pizarra como si contara los días que lleva aislada del mundo. La puesta en escena no sólo era desafortunada sino que se contradecía con la falsa idea de empoderamiento que vienen a Atresmedia para justificar la cosificación de la presentadora. Si lo que pretendían vender era la hipotética libertad de Pedroche para sexualizarse tanto como a ella le diera la gana, ¿qué sentido tenía convertirla en una mujer maltratada y perturbada encerrada con cerradura y cerrojo bajo tierra esperando la hora de volver -la a exhibir?

Este año la promoción vuelve a utilizar la desnudez de la presentadora, pero para contrastar esta idea de reclusión el anuncio muestra a Pedroche como un ser salvaje que vive en plena libertad en medio de la naturaleza. Una especie de Tarzán sexy que bebe agua de los ríos, come bichos extraños y duerme colgado de las ramas de los árboles (perfectamente maquillada y peinada). Por supuesto, todo esto lo hace absolutamente desnuda para recordar a los espectadores que la gracia de las campanadas de Antena 3 es la exhibición del cuerpo de la presentadora y su tradicional no vestido. Un disfraz cada vez más incómodo y esperpéntico que aparte de limitar sus movimientos blanquea la sexualización. Utilizan un mensaje solidario vinculado a una causa noble para justificar el diseño del no vestido. Por ejemplo, la reivindicación de la paz utilizando la tela de una tienda de refugiados de Afganistán para confeccionar el modelito. Un acto de cinismo esperpéntico que convierte la solidaridad en una frivolización de la desgracia de las víctimas de la guerra.

Pero lo más inquietante llega al final de la nueva promoción: un coche aparca en medio del bosque y se siente como en la radio suena Un año más de Mecano. Pedroche entonces hace como si se despertara al ver el vehículo y huyera sobrecogida, alejándose del lugar, corriendo con cara de miedo, como si la persiguieran contra su voluntad, como si estuviera en peligro. La escena de una mujer corriente desnuda y aterrada por un bosque no permite muchos matices. Un año más, el uso teatral del terror, la agresividad y el abuso contra la mujer sirve de reclamo para vender la celebración de la llegada de un año nuevo. Las campanadas son un solo día, pero el criterio y los valores de la cadena que avalan a este machismo tóxico se aplican el resto del año.

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