Reformar la administración: soluciones ineficaces
En la edición del ARA del pasado 11 de mayo se publicó un artículo del rector de la Universidad Autónoma de Barcelona, Javier Lafuente, bajo el título "Un salto adelante para el sector público catalán". Comparto plenamente con el sr. Lafuente el deseo de reformar la administración para hacerla más útil a los ciudadanos. Tengo, sin embargo, discrepancias en cuanto a la forma que plantea. El sr. Lafuente afirma que la transformación del sector público "debe pivotar sobre tres pilares fundamentales: la digitalización, la tecnificación del personal y el reconocimiento de quienes se dedican a ello". Me alineo con la tesis del economista Daron Acemoglu, cuando afirma que la prosperidad de los países radica en tener buenas instituciones. Sin buenas instituciones, y la administración pública es una fundamental, servirán de poco una mejor financiación para Catalunya o el traspaso de Cercanías. En consecuencia, nos jugamos mucho en la operación de la reforma y, por tanto, debemos acertar en lo que hay que hacer.
1. La digitalización.Cuando algún grupo social ha presentado a la autoridad pública, sea municipal o sea de la Generalitat, sus quejas por la hiperburocracia, la respuesta ha sido automática: ¡digitalizaremos! Pues bien, el sector público de la Generalidad de Cataluña ocupa una de las primeras posiciones entre las regiones europeas en digitalización (Índice de Economía y Sociedad Digital de la Unión Europea), pero en cambio ocupa las últimas posiciones en calidad de gobierno (European Quality of Government Index). Por tanto, digitalizar no es la solución si, previamente, no hemos podado el procedimiento administrativo. Si no lo hacemos así, terminamos digitalizando patologías. ¿Son necesarias las tecnologías digitales? Evidentemente que sí, pero siempre orientadas a la mejora de la eficacia y eficiencia de los servicios públicos, algo que no ha sido así.
2. Tecnificación del personal.Los funcionarios de la Generalitat se hartan de hacer cursos para el uso de las tecnologías digitales y para la gestión. Nadie se queda atrás en ese proceso. Pero es necesario aplicar estos conocimientos a la mejora de la calidad de los servicios. Decir que la administración pública debe captar talento, sin otras consideraciones, es una manifestación vacía. Si hoy colocamos a una persona talentosa en alguno de los muchos lugares de nuestra administración, lo más probable es que acabe convirtiéndose en un burócrata. Un ingeniero que trabaje en el sector privado se orientará a resultados. Este mismo ingeniero, colocado en la administración pública, se orientará al cumplimiento estricto de la norma. ¿Quiere decir esto que nuestra administración no necesita talento? Claro que lo necesita, pero para sacar provecho es necesario cambiar la configuración organizativa de nuestra administración, cambiar su ADN, poniendo al ciudadano en el centro. Lo primero que debe hacerse es definir y separar el espacio de la política del espacio de la gestión, es decir, implantar la dirección pública profesional, como hacen los países avanzados en calidad de gobierno. No puedo, por la dimensión del artículo, extenderme al respecto.
3. Reconocimiento de quienes se dedican a ello.El reconocimiento de quienes se dedican debe ser resultado de la calidad de los servicios públicos que prestan. Es obvio que existe una imagen desajustada de los trabajadores públicos, pero la solución no está en pedir su reconocimiento, sino en tomar decisiones políticas que se orienten a la mejora de la prestación de los servicios. Y de ahí vendrá el reconocimiento legítimo de su labor.