«¡Ah, la mirada de Medusa del poder! Quien le haya mirado una vez la cara, ya no puede desviar sus ojos, queda hechizado y cautivo»
Joseph Fouché: retrato de un hombre político, Stefan Zweig
Hoy ya es al día siguiente y debemos hacer una lectura de los resultados electorales. Los dos bloques que dividen a la política catalana se han desplazado a favor del bloque constitucionalista y de derechas. Hay un ganador, Salvador Illa; un perdedor, Pere Aragonès, y el líder de Junts queda en el limbo por unos resultados buenos pero insuficientes que no han cubierto las expectativas de la restitución indiscutible. La extrema derecha, independentista y espanyolista, ha obtenido unos resultados en absoluto despreciables y que obligan a una reflexión de fondo. De la misma forma que la abstención soberanista obliga a los partidos hegemónicos del soberanismo a reflexionar sobre su propuesta a los ciudadanos.
Mirado en su conjunto, Cataluña aparece como un país cansado de astucias y necesidad de verdad. Cansado de un partidismo que mina la confianza de los ciudadanos en las instituciones, en los partidos y por extensión en la política. Con ese estado de espíritu de desconfianza, se ha recibido la dimisión del presidente de la Generalitat como un gesto honesto del que ha admitido los malos resultados y ha dejado paso. Pere Aragonès ha sido un presidente honorable, que ha permitido devolver la dignidad a la Generalitat tras la suspensión del autogobierno con el 155 y la surrealista presidencia Torra. Lideró el aterrizaje de su partido tras el fiasco de la proclamación de la independencia, reconstruyó puentes y fracasó a la hora de liderar la unidad del soberanismo. Ha abierto algunas carpetas de gestión con éxito desigual, pero no ha construido un gobierno fuerte, ni ha podido evitar el oportunismo de los comunes con los presupuestos. Al final, atenazado por la sequía, ha hecho un mal cálculo que le ha llevado a tener que retirarse.
ERC se había convertido en el segundo partido preferido de muchos catalanes, y por la misma razón la fuga de votos ha ido en todas las direcciones. Sobre todo hacia el PSC y Junts, que han logrado convertir las elecciones en una carrera a dos gracias a la candidatura de alto componente emocional del presidente Carles Puigdemont.
Hacer política
Después de años en los que el relato ha sido más relevante que los hechos, Catalunya vuelve a estar en un cruce: leer los resultados electorales y hacer política o mantener la fuga adelante envolviéndose en el relato. Isla ha ganado en votos y escaños, pero no tiene la presidencia. La primera pista sobre posibles alianzas la veremos en breve. Los contactos están ya en marcha para la negociación de la mesa del Parlament, que se votará al día siguiente de las elecciones europeas, y que dependerá de la cintura de los socialistas y de la capacidad de suturar la herida de las traiciones entre los soberanistas. Lo que está claro es que los contactos informales están en marcha en todas las direcciones.
Crisis abiertas y aplazadas
Como era previsible, PSC y Junts necesitan ERC para la investidura. Y sólo su actuación puede evitar una repetición electoral. Pero la petición de “responsabilidad” toma a los republicanos cansados y en una crisis interna de gran magnitud. Básicamente, una diferencia de estrategia profunda entre un Oriol Junqueras que tiene la legitimidad de cuatro años de cárcel y el contacto permanente con el territorio y una Marta Rovira en el exilio, acompañada por buena parte de la dirección del partido, que considera que es el momento de un congreso y renovación tanto de los líderes como de la propuesta de valor a los ciudadanos.
Con este melón abierto, ERC no puede afrontar una repetición electoral en la que se polarizaría aún más la pugna entre Puigdemont e Illa.
El futuro de Puigdemont
Mientras, en Junts se mantiene en solitario la posición de que es viable la investidura del expresidente, para la que sería necesario que Isla renunciara a la victoria y Sánchez diera cicuta a su principal activo electoral antes de suicidarse. Hay negociación abierta en Suiza y activos suficientes para pactar el apoyo a la legislatura en el Congreso, pero incluso de lo contrario Sánchez no puede perder el apoyo que significan los electores socialistas catalanes.
Reivindicando la investidura, Junts está ganando tiempo y observando cómo ERC implosiona, pero también tendrá que hacer frente al futuro. Carles Puigdemont, que ha perdido tres elecciones, aseguró que se retiraría de no ser investido. Hoy fuentes de la formación ven más factible que se mantenga en el liderazgo efectivo del partido y de las negociaciones con el Estado que una salida de la política.
También decía Zweig que “no se repite demasiadas veces lo importante, y la verdad nunca es vana”. Pues eso, que necesitamos una política honrada, capaz de dialogar y que ponga a los ciudadanos en el centro. Como las noticias se entienden mejor en contexto, ayer abríamos la portada del diario con la crisis política y junto al siguiente titular: “Cataluña y España pierden productividad en la UE”. Y como saben, Europa respecto a EEUU. Nadie espera que seamos capaces de gestionarnos.