Repensar la soberanía y la independencia

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Tenemos ante nosotros dos meses de elecciones, en Cataluña en mayo y junio en Europa. Los partidos están ya de lleno en los períodos de preparación. He visto algunas actuaciones políticas extrañas, seguramente por esta causa, y me han entristecido y preocupado. Y aún me ha entristecido y preocupado más ver cómo ha ido aumentando el número de personas que me dicen que se están pensando en serio no ir a votar por un cierto desconcierto sobre la marcha de la política a todos los distintos niveles. No me toca a mí dar explicaciones profundas, pero sí que me gustaría comentar de forma simple tres aspectos que veo en ambos procesos y que deberíamos evitar que influyeran demasiado en las propuestas y resultados. El principal es la soberanía; los otros dos, la gobernación y los enfrentamientos.

1. El caso catalán y el caso de la UE. Entiendo por soberanía la capacidad de tomar algunas decisiones por parte de un país o de un estado sin la obligación de tener que acordarlas con otros vecinos o relacionados. La independencia es esa capacidad en un grado superior hasta el límite que pueden marcar los pactos o acuerdos externos. Pienso que debemos repensar el tema de la soberanía y de la independencia, ya que hay cuatro grandes retos que tiene ahora la humanidad y que nos obligan a ello: la sostenibilidad ecológica con las consecuencias climáticas, la sostenibilidad social con las consecuencias de desigualdades y pobreza, la sostenibilidad sanitaria con el peligro de pandemias, y la sostenibilidad de seguridad con los peligros de enfrentamientos armados. Todos ellos nos obligan a repensar el conjunto de la organización mundial, entendiendo que la soberanía no es lo mismo que la independencia, y que es necesario que la nueva geopolítica combine modelos soberanos en algunos aspectos (culturales, lingüísticos...) con modelos de convivencia y de unidad política con otros grupos relacionados con estos retos.

Añado mi convencimiento de que son muy importantes las dificultades de conseguir una "independencia" de forma unilateral, y sin tener una enorme mayoría interna y fuertes aliados exteriores. Por eso pienso que necesitamos que los ciudadanos reciban en los próximos meses propuestas de estructuras políticas que actualicen y mejoren el modelo federal añadiendo mayores dosis de equidad interna. Esto vale en el caso de las dos elecciones. En el caso catalán estoy plenamente de acuerdo en la necesidad de revisar el actual sistema de relación con el Estado exigiendo un mayor grado de financiación y responsabilidad fiscal para Cataluña, pero sin poner como objetivo intocable la independencia. Y en el caso de la UE, creo que ha sido una lástima y fue un error el Brexit, y que debe acelerarse el proceso de la unión fiscal europea y la organización de una política exterior y de defensa comunes .

2. Gobernación. Complementando el punto anterior, creo que se están proponiendo demasiados temas de alta política como los que acabo de mencionar, y que no se están enfocando lo suficiente las medidas que deberían tomarse para resolver los problemas reales y actuales de los ciudadanos, que son muy importantes. Es cierto que estamos en un proceso de salida de la crisis que vivimos durante la pasada década, pero también lo es que una parte muy importante de la población ve ahora el futuro con mucha más inquietud que a principios de siglo. La ciudadanía debería ver que los partidos y sus gobiernos tienen como principal prioridad escuchar, estudiar y aplicar medidas para resolver problemas, y no priorizar debates sobre problemas más conceptuales que nada resuelven a corto plazo y que no es seguro que no les estén empeorando, como ha ocurrido en el caso de algunos de los fracasos de estos últimos años.

Por decirlo más claro, tanto en el caso catalán como en el europeo me pregunto: ¿puede que los esfuerzos dedicados a unos objetivos políticos futuros que no se han logrado hayan impedido dedicarlos a otros más urgentes y en algunos casos incluso hayan provocado un empeoramiento? Pienso en las no inversiones del Estado en Cataluña o en el insuficiente crecimiento de las actividades de investigación e innovación en la UE respecto a EE.UU. o China... Hay que demostrar más en las propuestas electorales que el objetivo de los gobiernos es tomar medidas que aumenten el bienestar ciudadano personal y colectivo. Gobernar es sobre todo prever, o resolver, estos problemas.

3. Enfrentamientos. Un período electoral debe ser sobre todo un tiempo de debate, de intercambio y de valoración de opiniones sobre propuestas políticas y económicas. No puede que se convierta en una serie de enfrentamientos, acusaciones, e incluso insultos personales, todos ellos de forma violenta, no físicamente, pero sí intelectual y emocionalmente.

Esto puede tener dos consecuencias muy peligrosas. Puede disminuir la participación ciudadana en la votación, y puede hacer mucho más difícil el imprescindible proceso posterior de coaliciones y pactos entre partidos para formar gobiernos coherentes y con estabilidad suficiente para poder conseguir eficacia en su gestión y así merecer la aceptación por parte de los ciudadanos.

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