El rey de la mirada asustada y triste

Juan Carlos I en el entierro de Francisco Franco.
21/11/2025
Periodista
2 min

Mañana hará 50 años que Juan Carlos I se convirtió en el sucesor de Franco con el título de rey. Durante un par de horas, el Estado interrumpió el duelo oficial y TVE cambió la señal continua de la capilla ardiente de Franco por la transmisión de la jura desde el Congreso, entonces Cortes españolas. Juan Carlos, que tenía 37 años, juró por Dios y sobre los Evangelios cumplir los principios del Movimiento Nacional. Iba vestido de militar. Hacía gafas de no haber dormido y se le veía desquiciado, abrumado por el peso de la responsabilidad.

Juan Carlos no sonrió en ningún momento. Los del bunker le decían "el niñato de Juanito" y la oposición democrática en el exilio, y la clandestina del interior, le llamaban "Juan Carlos I, el Breve". En su primer discurso no pronunció ni una sola vez la palabra democracia y sólo prometió un futuro basado en la "concordia nacional". De hecho, terminado el acto, lo primero que hicieron los nuevos reyes fue comparecer ante el ataúd del dictador.

Juan Carlos acababa de recibir todo el poder, pero no tenía ninguna autoridad, ni por unos, ni por otros. Y lo sabía. Pero para la inmensa mayoría silenciosa, formateada sentimentalmente por 40 años de propaganda, y con el recuerdo aún vivo de la Guerra Civil y la posguerra, esa mirada asustada y triste fue como una invitación a desear que, esta vez, todo aquello saliera bien.

50 años después sabemos que aquel rey acabó su reinado malversando el fabuloso capital político que logró acumular, hasta el punto de que tuvo que abdicar, y su hijo y el gobierno español no le han querido en las celebraciones oficiales. Pero hace 50 años interpretó hoy bien la calle cuando dijo que era una "hora cargada de esperanza".

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