San Lorenzo en su punto

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Vista de la Vía Láctea con Perseidos

Leemos en el AHORA que éste será uno de los mejores veranos para ver las Lágrimas de San Lorenzo, que es como lo llamamos al fenómeno de los Perseidos. Pero ya muy poca gente lleva el nombre de "Llorenç" y ya muy poca gente tiene, en el imaginario, la vida y milagros de este buen hombre. San Lorenzo forma parte de uno de los mitos de mi infancia. En casa teníamos un libro que se llamaba Vidas de Santos, y yo me leía medio fascinada y horrorizada. Los martirios eran terribles y variados, y los cristianos los aceptaban con una resignación que me aturdía. Tan fácil, pensaba yo, que habría sido decir que vale, que reniegas de la fe, y así no pierdes ni un pecho o dos, ni eres devorado por un león... San Lorenzo también salía y era de mis preferidos , por influencia de mi abuelo, que sabía explicar como nadie la truculencia. San Lorenzo es un capítulo aparte del martirologio, porque –y no descarto que fuera todo invención de él, del abuelo– en la tortura pone ironía y humor.

A san Lorenzo le asaron a la parrilla, al parecer, lo que demuestra una sofisticación torturadora envidiable. Una parrilla de persona debes construirla expresamente. Y el caso es que san Lorenzo, como un tres estrellas Michelin de sí mismo, dice que dijo: “Giradme del otro lado, que de éste ya estoy bien tostado”.

Nunca he visto, nunca el fenómeno de las lágrimas. Cada año hago de todo, me levanto por la noche, voy a un campo donde no haya luz, me estiro en el suelo. No veo ni una. Este año lo volveré a intentar, pero si no lo consigo, lo que haré será, como siempre, pensar en este hombre que no quería, en modo alguno, que su carne no quedara asada en su punto menos.

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