Los algoritmos se escriben en lenguajes de programación que los ordenadores puedan entender.
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En el último informe del World Economic Forum se publicaron los oficios mejor pagados en Estados Unidos y que, al mismo tiempo, ofrecían un mejor equilibrio entre vida personal y profesional. Me gustaría resaltar dos aspectos del mismo. Uno, puntual, y otro general.

El puntual es que, en la lista, además de los ya conocidos por todos, tales como analista de datos o responsable de marketing digital o diseñador de experiencia de usuario, aparece uno que llama poderosamente la atención y no es tan notorio: en inglés, Instructional Designer. Se traduciría en algo así como diseñador instruccional. ¿Qué es? ¿A qué se dedican? Pues nada más y nada menos que a diseñar cómo debe ser la docencia, la instrucción, la formación y la enseñanza en sistemas digitales, tales como universidades a distancia o plataformas digitales donde se ofrecen cursos, seminarios o posgrados. Se trata de decidir cómo se evalúa al alumno, cómo se le forma, qué materiales se le proporcionan, qué actividades o trabajos debe realizar, con qué frecuencia conectarse, etc. Es decir, se trata de aunar sistemas digitales con una experiencia de aprendizaje que no solo sea efectiva, sino también afable e interesante para el alumno. Me parece una tarea preciosa, desde todos los puntos de vista, tanto el técnico como el humano, pues es cierto que la enseñanza a distancia, desde la Covid, está en auge y no todas las plataformas son las mismas. Algunas son aburridas y se están quedando atrás y otras, en cambio, ofrecen una experiencia magnífica al alumnado que, no solo disfruta, sino que también adquiere competencias y conocimientos.

Y eso me lleva a la conclusión general. Cuando uno examina la lista de los veinticinco oficios mejor pagados y más equilibrados en conciliación, se da cuenta de que son profesiones donde lo tecnológico y lo humanista se dan la mano. Esta semana, estuve en Ourense, impartiendo una charla sobre emprendimiento a estudiantes de grado, y había un grupo que estudiaba Inteligencia Artificial. Sabían que están en el lugar oportuno y que les sobrarán ofertas de trabajo, mas estaban inquietos porque su duda era cómo poner en valor sus programas de código. Programar, sabemos, me decían, pero ¿cuál es el valor que debemos capturar?

Y ahí es donde entran en juego las humanidades. Conocer la dimensión humana, la psicología, sociología o antropología, tener un conocimiento mínimo del sector de actividad donde programarán o las reglas de juego de los mercados donde se halla inmersa la tecnología. El mundo no solo necesita técnicos, sino técnicos humanistas.

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