'Transición', un concepto mágico y sospechoso

Carlos Arias Navarro, anunciando en Televisión Española la muerte de Franco
12/07/2025
4 min

El concepto transición suele indicar el paso de una situación A a una situación B en un tiempo determinado. Normalmente, se entiende que A y B son claramente diferentes, casi como dos conjuntos disjuntos (sin elementos comunes). B sustituye a A. Sin embargo, esto suele ser un espejismo, especialmente en el ámbito político.

El lenguaje legitimador está a menudo lleno de palabras "mágicas" y de palabras "sospechosas". Las primeras son aquellas que quien las utiliza cree que, solo por pronunciarlas, ya resuelven el problema en la buena dirección, sin necesidad de contemplar las sombras de su aplicabilidad práctica. Es el caso, por ejemplo, de palabras utilizadas habitualmente de forma elogiosa, como consenso, interculturalidad, inclusión, etc. Por su parte, las palabras sospechosas son aquellas que quien las pronuncia, o muestra ignorancia sobre su significado, o bien conducen a análisis erróneos. Por ejemplo, cuando alguien que apenas sabe nada de física dice que una situación es cuántica o cuando se confía en las virtudes de la deconstrucción.

El concepto transición tiene la peculiaridad de ser usado a menudo como una palabra a la vez mágica y sospechosa. Veámoslo en dos ejemplos: la transición energética y la transición política española de los años setenta.

Transición energética. Últimamente, han aparecido análisis que alertan del mal uso de este concepto, cuando induce a creer que el mundo de los combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas) será sustituido en pocos años por energías "limpias": hidráulica, solar, eólica (incluyendo a veces la energía nuclear). Sin embargo, se trata de una percepción doblemente errónea. En primer lugar, cuando miramos la historia de las tecnologías se observa que las fuentes de energía primaria han coexistido y siguen coexistiendo sin que unas sustituyan a otras, en un mercado que, además, aumenta constantemente (las energías fósiles representan actualmente alrededor del 80%; la madera proporcionó el doble de energía que la solar y la eólica juntas en 2020).

En segundo lugar, se da una fuerte imbricación entre las diversas fuentes de energía. Las nuevas fuentes no solo no sustituyen a las anteriores, sino que las imbrican y refuerzan. El carbón, por ejemplo, supuso un fuerte impulso de la demanda de madera (una fuente de energía anterior) y no puede verse como la energía de la "revolución industrial" del siglo XIX, ya que su demanda nunca había sido tan grande como a principios del siglo XXI. Así, el acero, el cemento, los productos nitrogenados (fertilizantes) y los plásticos siguen requiriendo carbón para su producción. Algo parecido puede decirse de la aparición del petróleo y el gas respecto al carbón. La transición energética, en el sentido de sustitución de una fuente primaria de energía por otra, simplemente no existe. La situación es de simbiosis, no de sustitución. (Una referencia reciente, Jean-Baptiste Fressoz, Sin transición, 2025.)

Hay que ir avanzando en sustituciones parciales de fuentes de energía, pero ni ha habido, ni habrá, una transición general. La transición energética es un concepto mágico y sospechoso, un concepto tranquilizador que va bien a los políticos para legitimar la falta o la dilación de decisiones (greenwashing público), sin querer mencionar la creciente demanda de energía de una población mundial que aumenta y que incluye nuevas clases medias de países en desarrollo que buscan más bienestar.

Transición política española. Situación A: dictadura franquista; situación B: democracia actual. Salta a la vista que pese al cambio innegable que representó el llamado régimen de 1978 existen bastantes elementos prácticos de continuidad entre la dictadura y el sistema actual. Por ser temas más conocidos, solo menciono algunos. Uno de los más obvios es la continuidad de un poder judicial que no se vio afectado por la Transición. Además de la baja calidad de las decisiones judiciales del Tribunal Supremo (sala penal), los magistrados se rifan las decisiones de los poderes legislativo y ejecutivo. Lawfare, prevaricación, arbitrariedad, abuso de poder, ideología autoritaria, impunidad y falta de imparcialidad contribuyen al desprestigio de la justicia española, tanto a nivel interno como europeo e internacional (Naciones Unidas). En la práctica, la cúpula del poder judicial actual representa un tumor autoritario dentro del entramado institucional de la Constitución de 1978. Habría que reformarlo de arriba abajo, especialmente su cúpula, para que España pudiera ser considerada una democracia liberal.

Otro ámbito heredado y no reformado del franquismo es el de la policía española y la Guardia Civil (prácticas de espionaje, policías patrióticas, falsos informes de políticos). En gran parte, siguen siendo fuerzas de seguridad del antiguo régimen. También existe continuidad en los estilos de corrupción, sobre todo en los dos principales partidos nacionalistas españoles (PSOE y PP). Y se perpetúa un franquismo sociológico, muy presente en algunas instituciones, medios de comunicación, dirigentes de la Iglesia católica y de los partidos estatales de derecha e izquierda.

En definitiva, transición es una palabra mágica y sospechosa. Mientras que una transición energética general no existe, puesto que no existe sustitución general de las fuentes de energía, en la transición política española no fueron sustituidos ámbitos como la seguridad y la justicia, que son claves para una vida democrática plena que impida vulneraciones en el ámbito de los derechos, de las libertades de los ciudadanos y de la separación de poderes.

stats