El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, ha dicho que el ataque contra Irán será "letal, preciso y, sobre todo, sorprendente". Y ha añadido que "no entenderán qué ha pasado ni cómo".
Ignoro si los tres adjetivos y la coda de después han sido meditados y elegidos o son fruto del azar, como las bombas. Dice tres, como Josep Pla, porque uno no puede ser. A un solo adjetivo se le debe pedir todo. Dos poco. El segundo debería ser “superior” en intensidad literaria que el primero, y ambos deberían complementarse a la perfección. Cuatro son demasiados, empalagan, pierden capacidad de emoción. En el cuarto ya no prestaría atención nadie. Tres es el número perfecto. ¿Pero les ha elegido bien el ministro? El primero, "letal", es el que da la información más importante. Si tuviéramos que dejar uno, dejaríamos sólo éste. El "preciso" de después va hacia abajo. Se entiende que da una información importante, porque podría ser letal pero impreciso. Con el "preciso" nos dice que no se equivocará de objetivo. El tercero, "sorprendente", es sorprendente. "Sorprendente" es un adjetivo que no usarías hablando de guerra, sino de juego. A un rival, en el campo de fútbol, le dirías que intentarás sorprenderle. ¿Pero a un enemigo al que quieres matar?
La coda va en el mismo sentido. "No entenderán qué ha pasado ni cómo". Qué frase más festiva, tan similar a "ganaremos sin bajar del autocar". ¿Quién no lo entenderá? Los dirigentes iraníes, por supuesto, porque estamos hablando de cuestiones “técnicas” y de estrategia. La población civil ni siquiera encontrará sorprendente el ataque letal y preciso, porque en todas las guerras es la población civil (incluyo a los soldaditos que mueven a los ministros) la que lo entiende todo enseguida.