Trump-Putin: El idilio y el abucheo
Vladimir Putin ha aceptado el alto el fuego de 30 días propuesto por EEUU con una reticencia que deja entrever un cierto miedo: el miedo a que Ucrania tenga tiempo de rearmarse. Habrá que ver que pasa en los próximos días, pero no sería desacertado decir que Putin ya fracasó, ya perdió, cuando la operación militar especial que debía durar unas semanas se convirtió en una guerra de más de tres años. Ahora mismo la alianza con Donald Trump es la única oportunidad que le queda para cerrar esa operación. No como una victoria, pero sí por lo menos como un éxito geopolítico escenificado con anexiones territoriales.
El influyente semanario ruso Profil –un auténtico think tank—ha sugerido a Kremlin que tome nota de las transformaciones en el mundo y que busque aliados entre los países no occidentales. Profil deja claro que Moscú no debe ceder a lo que califica de "tentación de un romance con Washington".
No hay duda de que tanto a Putin como a Trump les ponen nerviosas las sugerencias de Profil, porque representan una complicación más a la de por sí compleja relación entre el ruso y el estadounidense: primera amistad para siempre; después amenazas de Trump con aranceles si Rusia no tomaba la iniciativa de terminar la guerra, y después, cuando Putin bombardeaba tres días seguidos a los ucranianos, el americano soltaba: "¿Qué debe hacer si no aprovechar la oportunidad?".
Una oportunidad surgida precisamente a raíz de la retirada de la ayuda militar de EEUU que suponía, también, no facilitar a Kiiv información de inteligencia sobre las intenciones del Kremlin. Una cadena de despropósitos con algún abucheo que casi siempre acababa con un halago inesperado y sonoro de Trump, como éste: "Putin es un hombre generoso".
Habría que añadir que si Profil aconseja al Kremlin explorar otros horizontes geopolíticos es porque no se fía nada de lo que puede ocurrir en EEUU en un futuro inmediato: los analistas no las tienen todas sobre dónde pueden llevar los estirabots de Trump y la pandilla que le rodea. Algunas secuencias de dentro del gabinete son para enmarcar. Como cuando el secretario de Estado Marco Rubio, con una cruz pintada en el frente para celebrar el Miércoles de Ceniza, se abuchea con el "superministro" Elon Musk.La reforma de la administración que está liderando Musk amenaza con echar a miles de funcionarios de esferas clave con el riesgo de erosionar la estructura del estado. Hasta el punto de que algunos observadores ven peligro si a este escenario se sumase la impulsividad económica que podría generar la guerra comercial: las rendijas podrían transformarse en auténticos agujeros negros. De ahí el abucheo de Elon Musk a Marco Rubio pocas horas después, mira por dónde, del entierro de la sardina.
Pérdida de apoyo
Las cifras de apoyo a la nueva administración no son ni mucho menos tan sólidas como hace unas semanas: al 52% de los estadounidenses no les gusta cómo lo está haciendo Trump cuando todavía no se han cumplido los tradicionales 100 días de margen de confianza. Y la pregunta sería: ¿se moverán los contrapesos interiores? ¿Habrá reacción en la calle? ¿Se puede llegar a deteriorar la estructura institucional de EE.UU.? Quizá Trump sea Hitler con otro disfraz y en otro país, pero está claro que Hitler llegó al poder porque la Alemania de Weimar era un estado en descomposición. Ahora y aquí EEUU es una potencia, pero no sería inmunes al desgaste económico y al descrédito democrático.