Universitat Autònoma de Barcelona.
26/09/2025
Directora del centre de recerca en salut digital (eHealth Center) de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)
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La universidad del siglo XXI se asemeja a un rompecabezas donde una pieza clave, la de la igualdad de género, no acaba de encajar. Así lo muestra el último informe de la Red Vives sobre la perspectiva de género en la docencia, publicado este mismo mes de septiembre. Para quienes no tienen en el radar esta red, sepan que es la asociación de universidades de las tierras de lengua y cultura catalanas. El informe en cuestión recoge datos de 20 universidades y las autoras, María José Rodríguez Jaume y Diana Gil González, así como la colaboradora Julia Cimas Sánchez, son de la Universidad de Alicante.

¿Qué nos muestra esa publicación que casi ha pasado desapercibida para el público? Pues que somos capaces de poner a mujeres a impartir lecciones inaugurales, pero dejamos que las asignaturas de género se desvanezcan de los planes de estudio. Creamos unidades de igualdad, pero no nos atrevemos a tocar el corazón de qué se enseña y cómo se evalúa.

Imagine un aula donde las teorías que se estudian parecen escritas sólo por una mitad de la humanidad. Donde los ejemplos invisibilizan las aportaciones de las mujeres y donde las prácticas perpetúan roles que la sociedad intenta superar. El reto no es sólo sumar mujeres, sino restar sesgos. ¿Por qué los trabajos de investigación con perspectiva de género son todavía la excepción? ¿Por qué la innovación docente en este campo es un camino poco transitado? Pues porque lo que no se mide no existe, y lo que no se reconoce, no se hace. Las tareas vinculadas a la igualdad siguen siendo las grandes ignoradas en su carrera profesional académica.

Sin embargo, hay razones para el optimismo. Por supuesto. El mismo informe señala que las universidades que han apostado seriamente por guías docentes transformadoras, por adaptaciones curriculares sensibles o por premios a investigaciones inclusivas han abierto rendijas de cambio real. Son espacios en los que la igualdad ha dejado de ser un discurso para convertirse en una práctica.

De entre todo el contenido jugoso de este informe, una frase se me ha aparecido llena de lucecitas: innovar es también incorporar la perspectiva de género. Pues eso, colegas, dejémonos de romances (y de sesgos) e innovamos. Sea cual sea el área de conocimiento a la que se dedica, apuesta por un enfoque transversal en todas las áreas del conocimiento. Y si piensa que necesita formación o más información, encontrará especialistas que le pueden facilitar. Eche un vistazo a este informe de la Red Vives (es de libre acceso) y encontrará referentes por donde estirar el hilo.

Hagamos un esfuerzo por pasar de tener "conciencia de género" a ser "universidades transformadoras". Dejar de ver la igualdad como un complemento y entenderla como los fundamentos sobre los que se construye el conocimiento. Una universidad verdaderamente excelente no puede ser ciega en la realidad de la mitad de su comunidad. La cuestión no es si podemos añadir la perspectiva de género a la docencia, sino si podemos concebir una docencia sin tenerla en cuenta. La respuesta, definitivamente, no.

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