Verdades y mentiras de la economía franquista

Un manifestante muestra una bandera preconstitucional frente al dispositivo policial que protege el Congreso de Diputados esta mañana.
21/11/2025
Catedràtic d'Història i Institucions Econòmiques del Departament d'Economia i Empresa de la Universitat Pompeu Fabra. Director d'ESCI-UPF
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Sorprende extraordinariamente que personas de las nuevas generaciones digan tantos disparates sobre el franquismo y que algunas personas de las mayores generaciones, también. ¿Se trata de una carencia de conocimientos? ¿De desinformación ideológicamente sesgada? Si es por falta de conocimientos debería preocuparnos y mucho. Si es por desinformación e ideología significa que una parte del país, la más heredera del franquismo, se ha preocupado por hacer el elogio, y que quien tenía que dar una versión diferente no la ha dado. Hago, como historiador económico, algunas pinceladas sobre la economía del franquismo, todas procedentes del libro, coautorado con Xavier Tafunell, Entre el imperio y la globalización. Historia económica de la España contemporánea (hay versiones en inglés y en castellano), que hemos enriquecido y actualizado en diversas revisiones desde el año 2003 hasta el 2021.

Se pueden distinguir varios períodos dentro del franquismo. El primero, y sin duda lo peor, fue la guerra (1936-1939). La guerra la provocó Franco en persona. El gran economista e historiador de la República, la guerra y el franquismo, Ángel Viñas, ha podido demostrar sobradamente su implicación y su liderazgo en la preparación del golpe de estado. Las pérdidas en bienestar de la guerra fueron abundantes, aún más dolorosas cuando la situación económica de España era, antes de estallar, relativamente buena comparada con el resto de Europa (un 67,3% de PIB per cápita). España perdió la recuperación que, tras la Gran Depresión, se extendía por todas partes de Europa y que trajo un ciclo de prosperidad entre 1935 y 1939. Terminada la guerra, en 1940, España se había convertido en mucho más pobre. ¡Su PIB per cápita, comparado con el de Europa Occidental, se había derrumbado al 50,3%, y se recuperaba del 43,1% del año 1938! No existen proporciones menores que puedan documentarse desde 1787, ni en tiempos de paz ni de guerra.

En segundo lugar, de 1940 a 1960 la economía española vivió veinte años de miseria. No deberían olvidarse estos primeros veinte años –los más largos del franquismo–, que fueron fruto de su indiscutida voluntad como dictador omnipotente. La miseria fue su resultado, hijo de prejuicios, incompetencia y negativa a corregir sus propios errores. El absurdo objetivo autárquico lo dominó todo. Salvo los años finales de la Segunda Guerra Mundial y el caos inmediatamente posterior (1944-1948), España alcanzó en los años cuarenta y cincuenta su punto más bajo en PIB per cápita respecto al de Europa Occidental en tiempo de paz tanto en comparación con su propio pasado como con los países de su entorno. En los años cincuenta, y en el marco de la Guerra Fría, España volvió a crecer, arrastrada por Estados Unidos y por Europa, pero siempre con distorsiones y precariedades económicas ingentes, hijas de la pesadilla autárquica, y sin dejar atrás el empobrecimiento relativo.

Franco, militar sin formación económica, entendía la economía como algo a disciplinar. Para controlar la inflación prohibió subir los precios de muchos productos (y sueldos, alquileres y electricidad). El resultado fue un mercado negro generalizado que los encareció todos y permitió que los amigos del régimen (y del dictador) se hicieran ricos con el estraperlo y los enemigos pudieran fusilarse al menor intento de comercio irregular. El control de precios y el racionamiento se extendieron a casi todo. Poco a poco, a lo largo de los años cincuenta se fue moderando ese control. Le había hecho tanto daño al dictador el fracaso que supusieron las restricciones eléctricas, que lo que más le gustó hacer después, en los años sesenta, fue inaugurar embalses. Las dos décadas fueron, pues, de mucha miseria: extrema en los cuarenta y menos extrema en los cincuenta. En 1960, con el Plan de Estabilización plenamente activo, se llegó a un PIB per cápita de sólo el 50,8% de la media de Europa Occidental. Había que volver atrás hasta los años 1936-1941 (guerra e inmediata posguerra) para encontrar una proporción más baja.

El crecimiento de los sesenta y primeros setenta, alimentado por enormes migraciones interiores y exteriores, dolorosas y abandonadas por las autoridades, y por la llegada de turismo de sol y playa y de inversiones de capitales, fue de recuperación del atraso acumulado. Estados Unidos y Europa, siempre en el marco de la Guerra Fría, ayudaron a reintegrar a España en la expansión económica global –la Edad Dorada– posterior a la Segunda Guerra Mundial, dando la vuelta a los desastrosos principios económicos de Franco. En 1972 se logró recuperar y superar (68,5%) la distancia en PIB per cápita respecto a Europa Occidental que había en 1935 (67,2). ¡Treinta y siete años perdidos!

Con los años 1973-1975, que se mezclan con la crisis del petróleo, son cuarenta años perdidos en materia de libertad, democracia y también, que no se olvide, de crecimiento y bienestar económicos.

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