Una vez
Harán un menú en el bar junto al buffet, dicen, porque ya es muy tarde y no tienen tiempo de ir a casa. Ella, decidida, mientras escribe un mensaje al hijo, que está en las prácticas de conducción, hace para entrar. La puerta es automática, pero no se abre. Se da un golpe, sonoro, en nariz, como en las películas cómicas de antes. El hombre que le acompaña hace un gesto de contrariedad y exclama: "Joder! ¡Lo que faltaba!"
Ella no reacciona. Reaccionan todos los parroquianos del bar. Las camareras la conocen y enseguida le dan papel para que detenga la sangre. "Lloraría de vergüenza", exclama ella. "¡No, no sufras! Le pasa a mucha gente", hace un trabajador de la tienda de al lado, que desayunaba. Y añade: "Hoy te he visto en la tele, has hablado muy bien". Ella, atolondrada todavía, intenta ver el alcance de la herida. Sangre por dentro, ¿se le? programa matinal de un caso mediático. Se ha puesto la chaqueta de firma (ahora toda manchada) y le ha parecido que había explicado bastante bien lo que quería. Se lo ha tomado como un día de fiesta. hielo!" Laura, que es la cocinera, enseguida lleva pero ella no quiere. "Siéntate...", hace una mujer, agarrándola de la mano. "Pon la cabeza arriba, ya está...", dice un hombre vestido de repartidor. Ella da las gracias, pide perdón (es muy de ella, esto) y mueve la cabeza, aver. El hombre que le acompañaba es el único que no ha dicho nada. Se ha quedado quieto, palplantado, con un gesto de contrariedad en la boca. "¿Cómo le ayuda?", susurra el repartidor. ¡Es que él es el marido...!".