El viaje de Isla
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Dice a menudo el pedagogo Gregorio Luri que si respetas a tus alumnos debes ponerlos difícil. Pensaba esta semana durante el debate de política general, y más aún observando el circo organizado por el PP en el Congreso de los Diputados para justificar un voto que autosabotea su utilización propagandística de ETA. Obviamente no se espera de los parlamentarios que tengan una actitud de maestría, pero sí que al menos trabajen y respeten a los votantes. Que tomen decisiones que faciliten la vida de las personas, que transformen y gestionen más y gesticulen menos.

Parlamento

En la Ciutadella hemos visto el primer debate de política general del PSC con un presidente Illa que ha superado la prueba sin despeinarse. Por méritos propios, pero también por incomparecencia de unos contrincantes soberanistas en crisis. Salvador Illa es un político profesional y previsible, dos cualidades destacables cuando el amateurismo se ha filtrado a los partidos y la oposición está noqueada. Esquerra sigue inmersa en la batalla interna entre Marta Rovira y Oriol Junqueras a través de emisarios que amenazan con dejar el campo de juego arrasado. Mientras, Josep Maria Jové anunciaba a media voz en el Parlament que sin acuerdo de reforma de la financiación no habrá presupuestos catalanes ni españoles. Isla se invirtió en garantizar que habrá acuerdo, pero la negociación será tanto o más difícil de lo que él mismo pueda imaginar. ¿Si es necesario añadir fondos al sistema común se hará reduciendo el tamaño de la administración estatal como dice alguno de sus colaboradores? Lo dudo. La experiencia dice que antes se aumentará la deuda que no se reducirá el tamaño del gobierno central y del Estado en general.

El primer partido de la oposición ha pasado por el debate de puntillas. Esperando su congreso, Junts da señales de movimientos estratégicos para recuperar línea ideológica más allá de la “confrontación inteligente” de la que hablaba Puigdemont. La figura al alza de Toni Castellà en el entorno puigdemontista auguraría una recuperación de la política. Quizás también la entrada de forma determinada en la negociación de la financiación con los socialistas.

Volver a España

Isla es un político previsible y con respeto institucional. Poca revolución, muchas carpetas de gestión y todas las visitas protocolarias y más. De estas últimas destacan dos. Primero, una visita para rebajar tensión en el TSJC y evitar desconfianzas que lasten la capacidad de actuación de los Mossos. Especialmente después de los gritos del juez Llarena y del presidente del Tribunal Superior, Jesús Maria Barrientos, al frente del operativo que el pasado 8 de agosto debía detener a Carles Puigdemont. Gritos y amenazas contra la cúpula de los Mossos que precipitaron la operación Jaula para intentar localizar al expresidente.

Celebrar la Hispanidad

La segunda visita era previsible pero no menos simbólica. Tras catorce años, el presidente de la Generalitat ha vuelto a la conmemoración del 12 de octubre. Desfile militar pasado por agua y sin paracaidista, pero con cabra de la Legión. También con el rey Felipe VI y la heredera, ahora con uniforme de la marina sin que a nadie parezca inquietarle que su formación sea fundamentalmente militar antes que académica y humanística.

La sintonía de Salvador Isla con el rey Felipe VI parece excelente, y el monarca sabe que le debe la recuperación de la presencia en actos amables en Cataluña y la ficción de que la monarquía es popularmente aceptada. Una vez más, el principal activo de la monarquía española es el socialismo, aunque sea necesario ignorar los audios y las fotografías de las múltiples amantes reales pagadas con fondos públicos. Aunque sea necesario olvidar que un día los socialistas fueron republicanos.

Ser la alternativa

Isla es un presidente que quiere volver a intentar que Catalunya tenga peso en España. En sus palabras, Illa quiere que Catalunya "lidere la economía española". Pero, en realidad, como escribió Pasqual Maragall, Madrid lleva ya décadas marchando. La opción de Isla es liderar una alternativa socialdemócrata, de capitalismo honrado y servicios públicos eficientes, que haga de contrapeso al Madrid de Ayuso. Catalunya versus España dentro de España, que es como la presidenta define al Madrid de los bajos impuestos, la fiebre inmobiliaria del lujo venezolano y la chulería.

Catalunya vuelve a España. No se sabe durante cuánto tiempo. La oposición parlamentaria no tiene ni norte ni líderes, pero el presidente de la Generalitat es consciente de que la fragilidad de su mayoría le exige humildad y negociación. No se emborrachará de éxito. No es su talante. Sabe que si no hay un buen acuerdo de financiación el barco se tambaleará y el viaje puede ser breve.

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