El vodevil del Senado

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Vista general de la Comisión General de las Comunidades Autónomas, hoy jueves en el Senado, en Madrid.

Si hace un par de semanas el Partido Popular convirtió las calles de Barcelona en un plató para criticar a la amnistía y Pedro Sánchez, ahora ha sido el turno del Senado. Este jueves, aprovechando la mayoría absoluta que tienen los populares en la cámara, se ha reunido la comisión de presidentes autonómicos para hablar y posicionarse sobre una posible ley de amnistía de la que, en estos momentos, todo el mundo habla , Pero nadie ha visto.

Una vez más, el PP ha vuelto a realizar una exhibición de su falta de proyecto político. No existe ninguna idea en positivo. Todo lo que dicen y defienden es en contraposición a algo. Desde siempre, la derecha ha construido su discurso político sobre la base de los ataques a Catalunya ya los elementos que configuran la nación catalana, con una especial obsesión por la lengua. El denominador común de su posición siempre ha sido defender a España de alguna amenaza y de los enemigos de la patria. Podían ser los rojos, los masones o los separatistas, o todos a la vez, pero siempre han apuntalado su discurso en el inmovilismo y la intransigencia.

El PP necesita el conflicto para definirse. Lo vimos, por ejemplo, con el fin del terrorismo de ETA, en el que hicieron todo lo posible por echar agua al vino cuando afortunadamente los terroristas dejaron las armas. Parecía que contra ETA vivían políticamente mejor, y no tuvieron ningún miramiento en utilizar de forma partidista el terrorismo. El ejemplo más flagrante fueron los atentados del 11-M del 2004, en los que, con José María Aznar en la presidencia del gobierno, mintieron descaradamente sobre la autoría para aprovecharse de la tragedia.

A lo largo de la historia ha sido una constante el uso de la catalanofobia para movilizar a su electorado. Atacar y marginar nuestra lengua, tachar a los catalanes de insolidarios aunque soportan un empobrecedor déficit fiscal y utilizar la represión como forma de combatir la discrepancia política ha sido el manual de actuación de la derecha. Y ahora continúa, con el pretexto de la amnistía, utilizando el conflicto político para tachar a los socialistas y Pedro Sánchez de traidores que se venden la patria para asegurarse la silla.

El vodevil del Senado de este jueves fue un monólogo del PP. Los presidentes autonómicos del PSOE no han participado argumentando el uso partidista de los populares, pero también es cierto que, de haberlo hecho, habrían ayudado a poner de manifiesto su debilidad política en el ámbito autonómico, porque, a horas de ahora, sólo presiden los gobiernos de Castilla-La Mancha, Asturias y Navarra.

En cambio, quien sí ha querido hacerse oír ha sido el presidente de la Generalitat de Catalunya. Pere Aragonès ha hecho bien en poner el contrapunto en el monólogo del PP. Y lo ha hecho con una intervención contundente, denunciando que al Partido Popular no le importa nada de lo que ocurre en Catalunya. Da igual el déficit fiscal y el desastre de Cercanías. Para el PP, Catalunya es solo munición para la batalla permanente con el PSOE por el control del poder del Estado. Todo lo que dicen y hacen está en la lógica de recuperar la Moncloa y, ahora, el debate de una posible ley de amnistía es metralla política que ponen al servicio de los intereses de partido.

Está claro que el PP se siente más cómodo llevando a los tribunales las cuestiones que deben resolverse en el ámbito de la política que deshaciendo el camino que ellos iniciaron en el 2017 pasando el balón a los tribunales. Prefirieron el Código Penal que el debate político, también desde el convencimiento de que juegan con ventaja.

Todo el mundo habla de amnistía, pero está pendiente de aclararse qué contenido tendrá si finalmente llega a concretarse. ¿Abarcará el millar largo de personas encausadas por su actividad política o se limitará a unas pocas docenas? Aún no lo sabemos, pero lo que empezó con los indultos y la derogación del delito de sedición, que ha representado el reconocimiento de la necesidad de corregir una sentencia injusta dictada por el Tribunal Supremo, debe ahora culminar archivando todas las causas de persecución política .

Como subrayaba el presidente de la Generalitat en su intervención, es imprescindible devolver las cuestiones de naturaleza política al terreno de la política, y la amnistía debe ser el instrumento que lo haga posible. Para el PP, esto es una rendición, pero el conflicto político que existe entre Catalunya y el Estado no se resolverá con el Código Penal ni con sentencia alguna de ningún tribunal. En el Senado, eso no querían oírlo. Prefieren los monólogos en los que todos están de acuerdo y se van dando la razón entre ellos, pero había que decir alto y claro que la demanda legítima de una parte muy importante de los ciudadanos de Cataluña debe plantearse y discutirse en el ámbito de la política. Con argumentos y con urnas.

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