Los 100.000 votantes que explican el fenómeno García-Page

3 min
El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, en una visita a Ciudad Real

BarcelonaEl fenómeno Emiliano García-Page tiene una explicación bastante sencilla en realidad: el mantenimiento del PSOE en el poder en Castilla-La Mancha depende de 100.000 votantes del PP que, cuando se trata de las autonómicas, optan por el candidato socialista y no por el supuestamente suyo. En efecto, el 28 de mayo del pasado año García-Page obtuvo 483.500 votos, el 45,06%, un resultado que le sirvió para mantener la mayoría absoluta por un solo escaño. Y dos meses después Sánchez solo obtuvo 391.503, el 34,1%.

La pregunta es: ¿le compensa al PSOE tener un varón claramente desleal con el secretario general y que cierra filas con la derecha contra las principales iniciativas del gobierno? La respuesta que dan al PSOE y en la Moncloa es: de momento sí. "Para nosotros la mejor respuesta es ignorarle", afirman. La prioridad es no hacerle mayor y dejar que se vaya cociendo en su propia contradicción.

Un repaso a las redes sociales ya los comentarios en los medios de derechas sirve para ver que, lejos de verle como un héroe dentro del PSOE, se le considera un hipócrita. "¿Dónde estaban los diputados de Castilla la Mancha?", le recuerdan varios lectores deEl Mundo. En efecto, García-Page es secretario general del Partido Socialista de Castilla-La Mancha desde 2012, y en todos estos años nunca ha pedido a sus diputados en Madrid que voten en contra de ninguna decisión con la que no estuviera de acuerdo . No lo hizo con la derogación de la sedición, ni con la reforma de la malversación, ni ahora con la amnistía. Por tanto, García-Page es un secretario general que no tiene ningún poder, o renuncia a ejercerlo, sobre los diputados que la región envía a las Cortes Generales. Es más, García-Page hizo campaña en las autonómicas con Pedro Sánchez al lado, pese a que en su día participó en la operación para defenestrarle y sustituirle por Susana Díaz.

Único barón crítico

Lo cierto es que García-Page, tras la derrota de Javier Lambán en Aragón, está solo hoy en el PSOE. Es el único barón abiertamente crítico, y en la Moncloa han decidido optar por la convivencia, como si fuera un dolor de muelas crónicas pero que tampoco va a más. Pero Sánchez no es de los que olvida fácilmente, y es obvio que se la tiene jurada, pero irá paso a paso.

La primera batalla que Ferraz necesita ganar es en Aragón, donde ahora solo controla la federación de Huesca, mientras que la de Zaragoza y la de Teruel siguen siendo fieles a Lambán. Sánchez tiene previsto situar a la actual ministra portavoz, Pilar Alegría, al frente de esta federación y acabar así con un reducto rebelde. A diferencia de Castell-La Manxa, allí Sánchez sacó más votos en julio (222.391) que Lambán en mayo (193.170).

Olvidadas ya las dudas de Sánchez con los cinco días de reflexión, la maquinaria del PSOE está ahora centrada en no quedar lejos del PP en las elecciones europeas. El objetivo es no perder por más de cinco puntos (en las generales la diferencia fue de uno y medio). A su favor, cuenta con el mal momento de Sumar y los independentistas, con la fortaleza de Vox y con fenómenos como el de Alvise Pérez, que pueden restar votos a los populares.

Plebiscito sobre la amnistía

Si logran evitar una victoria abrumadora de la derecha, Feijóo no podrá decir que la ciudadanía española rechaza de forma mayoritaria la amnistía. Y entonces será el momento en que Sánchez se girará hacia García-Page para enseñarle la puerta de salida o, al menos, obligarle a doblar velas y bajar el tono.

stats