La alianza ERC-'comuns' no funciona en las capitales
A las crisis de gobierno en Lleida y Tarragona se suma la pugna en Barcelona
BarcelonaLos comuns se han posicionado como el principal socio del Govern que encabeza ERC con la aprobación de los presupuestos y el aval de muchas de las iniciativas del ejecutivo en el Parlament. Los republicanos, de hecho, ya los querían con JxCat en la Generalitat, como a nivel municipal habían hecho en Lleida. Esa prueba piloto, sin embargo, no ha salido bien, como Tarragona, mientras que en Barcelona son los republicanos los que hacen oposición a Ada Colau. La alianza nacional, pues, no acaba de cuajar en las capitales de demarcación.
Vayamos por partes. En junio hará tres años que ERC, Junts y el Comú escenificaron en la pasarela de Camps Elisis de Lleida una nueva etapa en la ciudad después de 40 años de socialismo. Justo dos años más tarde, el Comú salía del gobierno después de que el alcalde, Miquel Pueyo (ERC), expulsara a su líder del ejecutivo. Y ahora, lejos de volver -y eso que pactaron un traspaso “sereno”-, la abstención del Comú a los presupuestos y a la cuestión de confianza vinculada a las cuentas ha conducido al gobierno a 30 días de incertidumbre. El PSC querría presentar una moción de censura y la negocia con el Comú, que pide concreciones. Fuentes del partido aceptan que con los socialistas hay diferencias, y por eso no quieren prisas. A pesar de que quedan tres días para decidirse, la moción podría plantearse más adelante.
Se llega a la situación actual después de meses de tensiones. Fuentes del Comú explican que insistieron en no sumar a Junts de entrada, pero que ERC lo descartó. A partir de aquí, reproches cruzados. Voces del partido violeta indican que Junts ha incumplido varios puntos del acuerdo sobre movilidad e infraestructuras. “Nos hemos tragado muchos sapos”, remarcan. En el otro lado, fuentes de Junts argumentan que los cambios llevan tiempo y que el Comú los quería demasiado rápido. Y desde ERC justifican que ellos nunca se han movido de su posición. El detonante fue el proyecto de reparcelación del plan de Torre Salses, que recibió la oposición del Comú y rompió el gobierno.
Incompatibilidades
Las heridas abiertas en Lleida se reproducen también en Tarragona. Ahí, republicanos y comuns decidieron gobernar juntos con 9 concejales de 27 y con Junts y la CUP apoyándolos externamente. ERC veía bien sumar a los otros partidos independentistas, pero los comuns, que tenían la llave porque también podían investir al PSC, se negaron a ello. Todo cambió en 2021. Fuentes republicanas explican que hacía tiempo que insistían en la necesidad de incorporar a Junts y la CUP para ser más eficaces y no tener que luchar cada votación. Los comuns se opusieron y antes del verano ERC dijo basta e incorporó a Junts y la CUP. La concejala de los comuns Carla Aguilar lo consideró una acción unilateral y salió del ejecutivo de Pau Ricomà, a pesar de que su compañero, Hermán Pinedo, se quedó. Ahora Aguilar tiene la llave de la mayoría. Votó no a los presupuestos y se están iniciando los trámites para prorrogarlos, a pesar de que las negociaciones continúan. Sea como sea, los comuns y ERC tampoco consiguieron entenderse en Tarragona, y voces de las dos partes apuntan que el gobierno sin la CUP y Junts también hacía aguas.
De capital en capital, los casos de Lleida y Tarragona se suman al de Barcelona. ERC no entró en el gobierno, pero negoció y aprobó las dos primeras cuentas de Ada Colau. Este año decidió vetarlas, pero la negociación por los presupuestos catalanes acabó con los republicanos -a regañadientes y sin negociar ninguna cifra- facilitando las cuentas. “Los comuns han sucursalizado Barcelona”, afirmó Ernest Maragall. La única capital que todavía no ha probado la fórmula de entendimiento ERC-comuns ha sido Girona, donde los violetas no tienen representación. El resultado de todo es que, a pesar del pacto en dos capitales hace menos de tres años, republicanos y comuns -que sí gobiernan juntos en municipios como Sant Feliu de Llobregat o Badalona- no han conseguido mantener la alianza que practican en el Parlament y que querrían en la Generalitat.