Diada Nacional de Catalunya 2022

Aragonès reivindica el diálogo y asegura que Catalunya "volverá a votar" su futuro

El 'president' defiende que la negociación con el Estado está consiguiendo "devolver el conflicto a la política"

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El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, durante el mensaje institucional con motivo de la Fiesta

BarcelonaLa segunda Diada de Pere Aragonès al frente de la Generalitat es, también, la de más división independentista de los últimos diez años. Es por eso que en su tradicional mensaje institucional, emitido este sábado por la noche, el president no ha querido meter el dedo en la llaga. El jefe del Govern, que hace una semana anunció que no participaría en la manifestación de la ANC por el discurso crítico con los partidos de la entidad soberanista, ha querido dejar de banda los reproches un día antes del Once de Septiembre y se ha centrado en reivindicar los adelantos de su gobierno tanto en el ámbito socioeconómico como en el nacional. Aragonès ha puesto en valor los primeros acuerdos de la mesa de diálogo después de dos años y medio de funcionamiento y ha recuperado la bandera del "derecho a decidir" para lanzar un mensaje ambicioso, pero sin muchas concreciones: "Catalunya volverá a votar su futuro".

Missatge institucional del presidente Pere Aragonès

En un discurso grabado desde el fórum romano de Empúries, punto de encuentro de la ciudadanía de la época, el president ha pasado de puntillas por la polémica de los últimos días y se ha limitado a llamar a participar en los "diferentes actos" de este domingo según las "propias convicciones" de cada uno. Ha sido, aun así, un discurso con voluntad transversal. "Gobernaremos para la Catalunya entera", ha dicho, y por eso en la defensa de la mesa de diálogo –que no ha mencionado explícitamente en ningún momento– ha puesto en valor que se está "consiguiendo devolver el conflicto hacia la política [...], de donde no tendría que haber salido nunca". "Lo hacemos llegando a acuerdos para facilitar el fin de la represión, para acabar con la amenaza de la judicialización", ha dicho, obviando que el PSOE y ERC todavía no han concretado, al menos públicamente, los cambios legislativos en el Código Penal a los cuales se comprometieron en julio en la última reunión entre gobiernos.

Sea como sea, y a pesar de que los resultados de la mesa no cuentan hoy por hoy con el aval de su socio de Govern, JxCat, ni tampoco de la CUP o la ANC, el president ha calificado de "imprescindible" alejar primero la presión de los tribunales para abordar el "fondo" del conflicto: "La necesidad de dar respuesta a la voluntad mayoritaria, sólida, transversal de la ciudadanía de Catalunya que quiere decidir con libertad el futuro de su país". Las palabras en este tipo de discursos se suelen calcular al milímetro y, si en el capítulo de la desjudicialización no ha mencionado la amnistía, tampoco ha hablado posteriormente ni de referéndum ni de autodeterminación, sino de "derecho a decidir", expresión que nos transporta a los tiempos previos al 9-N (2014), cuando tanto los comunes como incluso el PSC hacían bandera de la necesidad de una consulta legal y acordada.

Sin concretar ni el calendario ni el formato, pero repitiéndolo unas cuantas veces, Aragonés ha asegurado que Catalunya "volverá a votar": "Es inevitable, porque es la propuesta más inclusiva, porque es la propuesta que genera más consenso". "Catalunya votará. Lo hará más tarde o más temprano en función de la fuerza que tengamos, pero lo hará. Lo haremos", ha insistido, para acabar con un compromiso a título personal: "Nunca, absolutamente nunca renunciaré a que la ciudadanía de Catalunya pueda decidir libremente, pacíficamente y democráticamente el futuro del país". El objetivo, ha concluido, es que los catalanes escojan entre un "estado obsoleto" –ha aprovechado, el día siguiente del caos ferroviario, para criticar el "nefasto e inaceptable" servicio de Cercanías de Renfe– o una República Catalana "con todas las herramientas".

La nueva ley del catalán

Más allá de este último dardo, y con clara voluntad de no hacer descarrilar las conversaciones en marcha en Madrid, el president no ha lanzado ninguna exigencia al Gobierno de Pedro Sánchez y ha preferido sacar pecho de la gestión de su ejecutivo a las puertas de un otoño y de un invierno que ha augurado "muy complicados" por la crisis económica derivada del conflicto ucraniano y el aumento de la inflación. Entre las iniciativas del ejecutivo que ha destacado hay la energética pública, el hub digital y audiovisual, el impulso de la política de investigación, el Pacto Nacional para la Industria y la gratuidad de I2 desde este curso, una medida que ha calificado de "revolucionaria" y que ha reiterado que se quiere ampliar a toda la etapa de 0 a 3 años.

No ha sido, aun así, la única apelación al ámbito educativo. Después de un curso político marcado por una nueva ofensiva de los tribunales contra la inmersión, el discurso de Aragonés ha contado con una nueva reivindicación de la escuela en catalán. Ha subrayado, en este sentido, la importancia de la nueva ley aprobada en el Parlament por el Govern con el PSC y los comunes y que, ha dicho, "refuerza el consenso lingüístico y educativo de Catalunya". "Por primera vez en los últimos siete años, ningún centro educativo verá como le imponen un 25% de clases en castellano", ha sentenciado. Esta afirmación lo ha podido decir con tranquilidad porque, en la última reunión de la mesa de diálogo, la Moncloa se comprometió a no presentar batalla con el catalán. Uno de los resultados más palpables de la vía negociadora que ERC, a pesar de los ataques que seguro que recibirá este Once de Septiembre, no se cansa de reivindicar.

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