Elecciones europeas

Cataluña se cuela en la batalla europea de junio

La izquierda europea cierra filas con la amnistía y se encomienda a Pedro Sánchez para frenar a la derecha en las elecciones comunitarias

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Carles Puigdemont pasa por delante de Pedro Sánchez y Albares en Estrasburgo.

EstrasburgoLa noche del 23-J muchos eurodiputados socialistas no paraban de enviar mensajes a sus homólogos españoles para preguntar si Pedro Sánchez podría revalidar su cargo. "Es verdad que él siempre nos dijo que la derecha no sumaría, pero viendo lo que ocurría en Europa no lo acabábamos de creer", comenta un eurodiputado socialista portugués. Era la primera vez en mucho tiempo que un líder socialista cerraba el pase a un gobierno de derecha y extrema derecha, y en la primera reunión del grupo después de las elecciones, los representantes españoles fueron largamente aplaudidos por sus colegas. Sin embargo, era necesario ligar los votos de los independentistas catalanes y justificar la necesidad de una amnistía también en Europa. Sánchez aprovechó una reunión del grupo socialista europeo en Madrid el pasado 26 de septiembre, coincidiendo con el debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo, para adelantarles que la amnistía era el siguiente paso necesario para normalizar la situación en Catalunya. Y les convenció.

"Nosotros creemos que la cuestión catalana es un asunto interno español, pero que la aproximación que hace Pedro Sánchez es la correcta", explican fuentes del SPD alemán a Bruselas. Toda la izquierda europea ha cerrado filas con Sánchez y la amnistía. En realidad, dentro del PPE también son conocidas algunas voces que en su día defendieron una solución política y no judicial para el conflicto, por ejemplo la del portugués Paulo Rangel, que escribió artículos en el diario Público con esta tesis. El pasado miércoles, Rangel, se desdijo y criticó a la amnistía ante Sánchez, siguiendo así las instrucciones de su jefe de filas, Manfred Weber, alineado con Feijóo.

Paulo Rangel, vicepresidente del grupo parlamentario del Partido Popular Europeo.

"Lo hacen sólo por una cuestión partidista y de poder, no porque estén en contra de la amnistía", explica un socialista portugués que conoce bien a Rangel. Y es que España es un país clave en la batalla de las elecciones europeas de junio del próximo año, que es lo que verdaderamente interesa a Bruselas (y Estrasburgo) estos días. De alguna manera, los ataques de Sánchez a Weber este pasado miércoles en Estrasburgo fueron el pistoletazo de salida de la precampaña, y allí el presidente español marcó el camino a seguir a sus correligionarios: confrontación sin dudas con la derecha por sus pactos con la extrema derecha, incluso con referencias al nazismo, si fuera necesario. "La mención al Tercer Reich está al límite de las reglas del juego en Alemania, pero los socialistas nos jugamos las algarrobas en los países del sur, como España, Italia y también Francia, y aquí ese lenguaje sí funciona", afirma un dirigente del grupo socialista europeo. Desde el SPD se valora la capacidad de Sánchez de llegar a la gente con un "discurso emocional", pero reconocen que su cultura política es otra, y que el gobierno de Olaf Scholz está naufragando.

El gran miedo a la izquierda es que en el próximo Parlamento Europeo haya una mayoría de la derecha y la extrema derecha, pero las últimas estimaciones publicadas no apuntan en esa dirección, sino que parece que la única mayoría operativa seguirá siendo la actual, es decir, la de los grandes consensos que reúne a populares, socialistas y liberales. Eso sí, se prevé una gran subida del grupo de extrema derecha Identidad y Democracia, donde se encuentran Marine Le Pen, Matteo Salvini, Viktor Orbán o Alternativa para Alemania, y también de los Conservadores y Reformistas Europeos, donde se encuentran los Hermanos de 'Italia de Giorgia Meloni, los polacos de Derecho y Justicia o los españoles de Vox. Precisamente, conformar una gran alianza con este grupo era el objetivo de Manfred Weber, pero en los últimos días parece estar moderando su discurso, o al menos así se interpretó en Bruselas su mención en el discurso del miércoles a la necesidad de seguir tejiendo acuerdos con los socialdemócratas.

Pedro Sánchez interviene en el Parlamento Europeo bajo la mirada de la presidenta Metsola.

A nadie se le escapa que Weber aspira a suceder a Ursula von der Leyen, con quien mantiene un pulso latente, como presidente de la Comisión, pero lo tiene bastante difícil. La nueva estrella ascendente dentro del PPE es la presidenta del Parlamento, Roberta Metsola, miembro del Partido Nacionalista maltés. Sin embargo, Von der Leyen podría repetir en el cargo, aunque no fuera ella la candidata oficial a las europeas (elspitzen, en argot bruselés), sino la propia Metsola. Los socialistas siguen en estos momentos sin candidato, aunque suena el comisario luxemburgués Nicolas Schmit. Curiosamente, muchos socialistas europeos pensaban que Sánchez pudo haber sido un buen candidato... si no hubiera repetido como presidente español. En Bruselas también está bien vista Teresa Ribera, pero es difícil que Sánchez la quiera enviar a Europa después de perder a Nadia Calviño.

La lectura catalana y española

Estas elecciones también serán especialmente importantes en España y Cataluña. En España el PP ya las ha planteado como una segunda vuelta de las generales, y todo lo que no sea una victoria abrumadora tras la amnistía y los pactos con Bildu será leído como un fracaso, quizá definitivo, para Feijóo. En el caso catalán se da bastante por seguro que Carles Puigdemont repetirá como cabeza de lista de Junts tras la gran victoria de hace cuatro años. Entonces habrá que ver si su electorado valida el pacto de investidura con el PSOE o si le penaliza, al igual que los socialistas temen también perder parte de su electorado más españolista a causa de la amnistía. En el caso de ERC, Diana Riba querría continuar, pero el partido aún no ha tomado ninguna decisión.

Lo que está claro es que la amnistía y Catalunya serán temas de campaña incluso fuera de España. Sea por interés partidista o por convicción, la izquierda la defenderá y la derecha la criticará, por lo que una parte de la partida también se jugará allí.

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