Cercanías: el enésimo intento de completar el traspaso más polémico

En 2009 se ejecutó un traspaso parcial, fuente de los problemas actuales

El ministro Manuel Chaves y el consejero Joan Saura a la reunión del 2009 en que se cerró el traspaso de Cercanías.
25/10/2021
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Barcelona“Hoy es una jornada histórica”. El uso recurrente de esta expresión no es exclusivo de los tiempos del Procés, sino que viene de mucho antes. Por ejemplo, el 29 de diciembre de 2009, en la sede del ministerio de Política Territorial, pronunciaron la frase el entonces conseller Joan Saura y el ministro Manuel Chaves. Ese día se entonó para celebrar el traspaso de manos del Estado a manos de la Generalitat de la competencia en Cercanías. Un traspaso que fue parcial y que, con el paso del tiempo, se ha demostrado insuficiente y una fuente de problemas. Ahora, con la reactivación de las relaciones bilaterales entre la Generalitat y el Estado, la reivindicación catalana de hacer un traspaso completo y definitivo vuelve a coger fuerza, a pesar de que el gobierno español ya ha subrayado que no tiene ninguna intención de ponerlo fácil. ¿Qué falló, entonces?

El traspaso se concretó con un real decreto que entraría en vigor dos días después, con las campanadas de Fin de Año. El documento dedicaba 13 puntos a especificar qué funciones asumiría la Generalitat, pero se resumía en el hecho de que, básicamente, se hacía cargo de la gestión, la regulación y la planificación del servicio, es decir, la capacidad para gestionar horarios y precios. En cambio, dedicaba un único punto a especificar qué atribuciones no perdería el Estado a pesar de aceptar el traspaso. Un único punto, pero que sería clave porque el Estado se reservaba mantener el control sobre “la infraestructura de la red ferroviaria”. Por lo tanto, la Generalitat asumía Cercanías, pero no dispondría de las vías, de las catenarias ni de los trenes.

Hacía meses que se negociaba, pero la transferencia se escenificó en una reunión de la Comisión Mixta de Transferencias Estado-Generalitat de ese 29 de diciembre. Esa fue la primera reunión, en calidad de técnico, del hoy profesor de derecho administrativo de la Universitat de Girona Josep Aguirre, que más adelante participaría en el traspaso de Regionales. Recuerda cómo tomaron la palabra el ministro y el conseller, y cómo ese día “todo el mundo estaba encantado”. Después, sin embargo, empezarían los problemas. Y no solo porque el traspaso fuera parcial, sino por el déficit de inversiones que ha tenido la red. Chaves prometió entonces 1.880 millones en inversiones en Catalunya para el año siguiente, pero sería la primera de muchas promesas incumplidas . “La idea era traspasar el servicio vinculado a una inversión muy potente. Era el 2009-2010. Llegó la crisis y no se acabó ejecutando”, rememora. Un problema que se ha ido repitiendo con crisis o sin ellas. Con la presentación ahora hace dos semanas de los nuevos presupuestos estatales, quedó al descubierto que, de los 256 millones prometidos en 2021, se han ejecutado 53. El 22%.

La historia se repite

En esa Comisión Mixta también estaba Anna Simó, en calidad de diputada de Esquerra Republicana. Como Aguirre, recuerda que ese día ya se había hecho “todo el trabajo” -liderado por el conseller Joaquim Nadal- y que poca cosa más había por hacer. Su aviso es que, doce años más tarde, la historia se repite. En 2009, como la semana pasada, el traspaso de Cercanías ya generó varias jornadas de huelga entre los trabajadores, temerosos de verse afectados por el cambio de titularidad. “Recuerdo que ya entonces los sindicatos grandes montaron una huelga salvaje. [El gobierno español] se acojonó, y el traspaso fue parcial”, explica.

Por el ministerio de Política Territorial pasó, hace muchos años, el economista Germà Bel, que tiempo después manifestaría su desengaño por la opción federal y daría el salto al independentismo. Para él, el traspaso de Cercanías se ha acabado convirtiendo en un “pozo de frustración” porque “la madre de los huevos”, la infraestructura, nunca ha estado en manos de la Generalitat. Uno de los problemas de fondo, expone, es que la situación de Cercanías nunca ha interesado en Madrid. “Los altos funcionarios del ministerio sabían qué pasaba en Cercanías de Madrid porque se lo explicaban los trabajadores. En cambio, les cuesta mucho saber cómo funciona el resto”, resume.

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