El nuevo Govern

Los cinco retos inmediatos del nuevo Govern

Aprobar presupuestos se adivina clave para la estabilidad del gabinete de Aragonès

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Jordi Puigneró, Pere Aragonès y Salvador Illa en el último pleno del Parlamento  .

BarcelonaLos nuevos consellers del primer Govern de ERC en solitario se sentarán en sus despachos el martes. Como este ejecutivo se ha formado a media legislatura –por la ruptura con Junts– y no al principio, como es habitual, ninguno de ellos tendrá mucho tiempo para acostumbrarse al nuevo cargo. Todos tendrán encima de mesa varias carpetas para abrir, algunas más complicadas que otras. Los siguientes son los cinco retos más inmediatos que tendrá el nuevo gabinete.

Los presupuestos

El nuevo conseller que tendrá más foco encima será Natàlia Mas, la titular de Economía y Hacienda. La ley de presupuestos es siempre la más importante del año, pero esta vez todavía tendrá un plus de trascendencia. Si el Govern de ERC consigue aprobar las nuevo cuentas querrá decir que Aragonès conseguirá al menos un año de margen para gobernar en solitario y con una cierta tranquilidad. Si no lo consigue, difícilmente podrá justificar ante la ciudadanía y ante la oposición que puede seguir gobernando en minoría y sin convocar elecciones. Además, a la nueva consellera le han complicado el punto de partida de la negociación. Este sábado el presidente de ERC, Oriol Junqueras, aseguró que no quiere saber nada de llegar a acuerdos con el PSC. Esto le embarra el escenario, porque hasta ahora solo los socialistas y los comuns le han tendido la mano para llegar a un acuerdo. Este domingo, en una entrevista en El País, el primer secretario del PSC, Salvador Illa, se mostraba molesto por el veto de Junqueras –"No doy lecciones ni las acepto de nadie", decía–, pero mantenía la oferta para dialogar con el nuevo Govern.

La crisis

Con presupuestos o sin ellos, el ejecutivo tendrá que bregar con la crisis derivada de la inflación y del conflicto de Rusia con Ucrania. Con los precios de la energía disparados y el suministro en duda en algunos estados europeos, el consenso generalizado es que el invierno no será fácil. Los consellers –los viejos y los nuevos– podrán contar con 300 millones de euros de un plan de choque que anunció Aragonès en el debate de política general, pero que parecen insuficientes para la magnitud del reto. De nuevo, tener o no tener presupuestos –que prevén un aumento del techo de gasto del 10,3% y, por lo tanto, más de 3.000 millones extras– puede volverse importante para afrontar con más garantías la situación. Sea como fuere, la crisis pondrá a prueba la cintura del nuevo gabinete. Además, hay que tener en cuenta que entre los partidos de la oposición en el Parlament ya hay más de uno con ganas de ir a elecciones y no dejarán pasar ninguna oportunidad de desgastar al ejecutivo. El único punto de partida favorable en este ámbito es que, al menos de manera inmediata, la nueva Generalitat podrá esquivar el fantasma de los recortes.

La mesa de diálogo

El divorcio entre Junts y ERC ha atraído todas las miradas y ha conseguido que, al menos durante un mes, se haya dejado hablar de la mesa de diálogo. Pero si todos los implicados en la negociación entre la Generalitat y el Estado cumplen con su palabra, tendría que haber al menos dos movimientos relevantes antes de que acabe el año. El presidente español, Pedro Sánchez, se comprometió a reunirla como mínimo una vez más antes de que llegara el 2023. El presidente catalán, Pere Aragonès, aseguró que en este mismo periodo la Generalitat obtendría resultados en la negociación. En concreto, adelantos tangibles en materia de desjudicialización para aligerar la situación judicial de los encausados por el Procés. En esta carpeta hay un factor que va a favor del Govern. El divorcio con Junts no afectará a las conversaciones porque este partido ya no formaba parte de la mesa de diálogo. Además, la responsable de la parte catalana es la consellers Laura Vilagrà, que seguirá pilotando este asunto y que ha salido reforzada con la estructura del nuevo Govern. No es formalmente la vicepresidenta, pero sí que, de facto, se ha convertido en la número dos del ejecutivo.

Los representantes de la Generalitat y del gobierno español en la tercera reunión de la mesa de diálogo.

La soledad en el Parlament

El trayecto del nuevo ejecutivo será más o menos espinoso en función de si consigue o no tejer alianzas estables en el Parlament. Ahora mismo, está solo con los 33 diputados de ERC de los 135 que hay en total en la cámara. Es el Govern con menos apoyos parlamentarios de la democracia. Si mira hacia los escaños independentistas, encontrará a Junts y la CUP enfadados y con pocas ganas de llegar a acuerdos –según las declaraciones públicas recientes de unos y otros–. Si mira hacia los escaños no independentistas, encontrará a los comuns y al PSC con la mano tendida, pero ERC ya ha rechazado el intento de acercamiento de los socialistas. Así, si mañana hubiera un pleno importante, Aragonès podría contar potencialmente con 41 parlamentarios –los de Esquerra y los 8 de los comuns–, muy lejos de la mayoría absoluta de 68 diputados. Además, la líder parlamentaria de los comuns, Jéssica Albiach, este domingo le ha complicado un poco más las cosas al president. Le ha dicho que si quiere contar con los comuns forme una mayoría "estable" en el Parlament para funcionar, porque, si no, no tendrá su apoyo: "A estas alturas vemos que ERC sigue pensando que se puede gobernar Catalunya con 33 escaños. Es un Govern que nace muerto".

Proyectos específicos

Para que el Govern se consolide, necesitará ir avanzando en proyectos concretos. Sobre todo si no tiene presupuestos, puesto que será la única manera de poder escenificar que el ejecutivo funciona y presenta resultados. Algunos de estos puntales podrían ser la creación de una energética pública –se han hecho los estatutos–, la implementación de una renta básica universal –está en fase de estudio–, la creación de una banca pública –siempre ha tenido el bloqueo del Estado– o la consolidación del Pacte Nacional per la Llengua para tratar de blindar el catalán. Además el Govern también tendrá la posibilidad de impulsar una ley electoral propia sin tener que pelearse con Junts. Eso sí, cuando la lleve al Parlament la tendrá que pactar. La falta de apoyos parlamentarios es ahora mismo su talón de Aquiles.

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