El covid-19 se consolida como la principal preocupación de la ciudadanía

Las derivadas económicas de la crisis sanitaria siguen la estela del virus

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La entrada de la CABEZA Just Oliveras de L'Hospitalet de Llobregat durante la segunda oleada de covid -19

BarcelonaEl coronavirus irrumpió de imprevisto y con mucha fuerza en la vida de los europeos entre febrero y marzo de 2020. Antes ya lo había hecho en China y su expansión fue fulgurante. El resultado fue una de las pandemias más mortales de la historia. Es lógico, pues, pensar que esta crisis sanitaria ha trastornado a la ciudadanía: la catalana, por ejemplo, vivía preocupada principalmente por la insatisfacción que le generaba la política y por las relaciones entre Catalunya y el Estado. Un 21,5% de los catalanes, según el Centro de Estudios de Opinión (CEO), tenía en la política su principal preocupación en febrero del año pasado, cuando solo el 6,2% empezaba a apuntar hacia la sanidad (en noviembre de 2019 la cifra apenas superaba el 4%). El último dato registrado por el CEO, en noviembre de 2020, ensartaba la sanidad como principal preocupación para el 41,9% de los catalanes, siete veces más que unos meses atrás. Si se tienen en cuenta las tres principales preocupaciones de la ciudadanía, la pandemia salía mencionada en el 55,8% de las respuestas, casi el doble que la segunda opción.

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Es cierto que un año y medio después de que se empezaran a detectar los primeros contagios la situación parece más controlada. A pesar de que este pasado julio todavía hubo una quinta ola, la vacunación masiva y los tratamientos médicos más adecuados han podido combatir mejor la variante delta del virus. La preocupación por el covid-19 ha ido fluctuando durante los últimos meses. Aún así, se ha mantenido en primera posición con la excepción de los meses de junio y julio de 2020 (y de junio de este año). Entonces, con la primera ola controlada, se empezaban a notar los efectos del primer confinamiento domiciliario: la economía española cayó un 10,8% el año pasado y la catalana por encima del 11%.

La crisis económica y la derivada del paro han sido las otras dos preocupaciones principales, junto con la eterna insatisfacción con la política. Durante 2020, el paro creció en Catalunya en más de 130.000 personas (un 32%) y la tasa se acercaba al 14% al cierre del año (538.000 personas). En España superó holgadamente el 16%, por encima de los 3 millones de parados. Estos datos no incorporan las miles de personas –más de 60.000 solo en Catalunya– que siguen en ERTE, a pesar de que ya hace cinco meses –tres en el caso del Estado – que el paro se reduce.

En abril de 2020, el covid-19 era la principal preocupación para el 42,3% de los españoles, según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Bajó hasta el 12% en los meses siguientes, pero al inicio de la segunda ola, en octubre y sobre todo en noviembre, ya se acercaba de nuevo al 30%. En cada ola se ha detectado también un pico de preocupación ciudadana, como en la de julio de este año, a pesar de que no tan intenso.

Confianza por el suelo

Han pasado muchas más cosas en los últimos 18 meses que han cambiado intensamente la percepción de la gente. Por ejemplo, en cuanto a la situación política en Catalunya, en febrero de 2020 ya era mala o muy mala para el 75% de los encuestados por el CEO, y en el mes de mayo marcaba un récord histórico llegando al 86%. Claro que, además de la gestión de la pandemia –que no ha perjudicado las perspectivas electorales de los partidos de govern–, está la inhabilitación de un president, la mesa de diálogo que no arranca y las trifulcas políticas. 

La percepción de la situación política en España no es mucho mejor (80,6% mala o muy mala). La valoración de los políticos también ha empeorado (del 3,86 de nota media al 3,36), hay más gente insatisfecha con la democracia (77,2%) y la percepción negativa respecto a la situación económica prácticamente se ha doblado hasta el 74,4%. La última encuesta del CEO concluye que los catalanes consideran que el equilibrio entre la vida familiar y laboral, la vida en general, las relaciones sociales, la situación financiera y el estado de salud han empeorado. Si de la pandemia teníamos que salir más fuertes, todavía hay mucho trabajo por hacer.

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