La agenda de los ex presidentes

El día que Felipe González lo petó en el Círculo Ecuestre (elogiando a Juan Carlos I)

Joan Burdeus
2 min
Felipe González y Miquel Roca ayer en Barcelona.

BarcelonaEs paradójico que en el Círculo Ecuestre estén tan contentos por el final de las restricciones de la pandemia cuando su razón de ser es la distancia social. También podría parecer extraño que el ex presidente de un partido que se hace llamar “socialista” sea el gran reclamo para los socios de un club privado “de carácter exclusivo”. Pero la venerable institución se ha llenado hasta los topes para asistir a Agendas Cruzadas Madrid-Barcelona, una conversación entre Felipe González y Miquel Roca. Modera el columnista de La Vanguardia Joaquín Luna, que no está claro si debe de interesar más al público por sus análisis de política internacional o por sus consejos para la vida divorciada. Cotilleando entre las salas me encuentro estampas cinegéticas, bustos de ciervos y un cartel enorme de cuando se hacían corridas de toros solemnemente enmarcado. ¿Y si lo que une estos señores es la afición de matar animales por deporte? Me lo confirma el aplaudímetro del acto: estalla cuando González elogia al rey Juan Carlos I.

El verbo que más preocupa al ex presidente y que unirá los otros aplausos espontáneos es descontextualizar. No se puede descontextualizar al monarca cuyo "legado hay que valorar”. Tampoco se puede descontextualizar la Constitución, sobre todo para decir “régimen del 78”, y más todavía “los que no han contribuido nada”. No se tiene que descontextualitzar la lucha contra ETA. ¿Las redes sociales? ¡Sálvese quien pueda descontextualizador! Tampoco se pueden descontextualizar a políticos cuyas corruptelas se han confirmado, como por ejemplo Helmut Kohl o Giulio Andreotti, porque “todo el mundo que ha hecho algo en la vida lleva una mochila”. En resumen, es tan ingrato descontextualizar la Historia en mayúsculas, que el ex presidente incluso regaña a Joe Biden por haber celebrado por primera vez el Día de los Pueblos Indígenas en un rango de igualdad con el Día de Colón.

¿Podría ser que González sospeche que le falta poco para ser descontextualizado? contribuye Roca con su celebrada moderación: “Esto de la memoria histórica... [pausa dramática y encogimiento de hombros] también tiene que tener sus límites”. Suerte que el revisionismo es el problema, porque González confiesa que “a veces echa de menos que la Constitución no sea militante”. Después rectifica, que ya se sabe que entre amigos y con unas cuantas copas de vino se puede decir de todo.

¿Algún mensaje para el presente más allá del espectáculo de octogenarios convenciéndose entre ellos, entrañablemente, de que no los juzgaremos cuando ya no estén? Es fuerte la tentación de consolarnos con la certeza de que la Historia contextualizará (sin el prefijo des-) las cosas. Pero quizás no hay autoengaño más grande que reírse de los que tienen razones para reír, todavía ahora indemnes de todos los embates que se los ha hecho, desde la izquierda supuestamente alternativa hasta el independentismo. El equivalente sería celebrar la Transición como una victoria gloriosa e impoluta, como si Franco no se hubiera muerto a la cama.

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