Crónica

Lo que fue "difícil de narices" para Artur Mas

El expresidente de la Generalitat protagoniza un diálogo con el ex lendakari vasco Iñigo Urkullu moderado por Santi Vila

El expresidente de la Generalitat Artur Mas y el ex lendakari Iñigo Urkullu durante el diálogo en La Salle moderado por Santi Vila
13/05/2025
3 min

BarcelonaEl diálogo entre Artur Mas e Iñigo Urkullu comienza con una advertencia del moderador que marcará el tono del acto: "He tomado la determinación de no permitir ninguna pregunta sobre la actualidad política". Es nada menos que el exconseller de la Generalitat Santi Vila, que presenta el coloquio en el campus de La Salle de Barcelona, ​​donde ejerce actualmente de profesor en el departamento de Filosofía y Humanidades. El aviso de Vila se cumple de arriba abajo, ya que la conversación entre ambos políticos pasa por las dotes de liderazgo, la vocación, la familia y también su adiós a la primera línea política. El título del coloquio es elocuente: "De vocación, político".

De entrada parece que Mas y Urkullu son dos dirigentes políticos similares, incluso con una suerte de vidas paralelas: son expresidentes, de partidos hermanos y hegemónicos en su tiempo –el PNV aún gobierna Euskadi, a diferencia de CiU en Catalunya, aunque con más de tres décadas llena de traza de traza de forma ya traza de forma ya traza como traje hace notar a Santi Vila.

Pero no debe pasar mucho tiempo de conversación para demostrar que distan de ser espejos. Que, a pesar de las similitudes, tanto su inicio como su final político (¿definitivo?) tienen un regusto muy distinto.

Proveniente de una familia políticamente comprometida desde la Guerra Civil, Urkullu explica cómo pone en marcha su vocación política desde la clandestinidad, de adolescente y cuando apenas el PNV estaba en proceso de legalización. Al hablar de su adiós para dar paso al actual lendakari Imanol Pradales, el político vasco asegura que fue "sencillo", por relevo generacional: "Si alguien me hubiera dicho de continuar, habría tenido que pensarlo. Y si alguien me hubiera dicho de plegar, habría dicho que sí", ha verbalizado.

Artur Mas, en cambio, explica una aproximación diferente a la vocación política. Familiarmente vinculado al mundo de la empresa –"donde los sábados se trabajaba", dice–, admite que no quería dedicarse a la política, sino que creció encarado a formarse "al máximo" para el mundo privado. Y si llegó a la vida pública fue porque, en los años 80, aterrizó por "casualidad" en el Ayuntamiento de Barcelona como concejal de la oposición. Eso sí, a partir de ese momento su dedicación fue "llena y absoluta". "Por no querer dedicarme, deunidó", ironiza. También marca la diferencia respecto a Iñigo Urkullu cuando se refiere a su paso junto al veto de la CUP en el 2016: "Fue difícil de narices". Una decisión, la de irse, que todavía justifica por la "ascendencia" del Proceso en ese momento.

La coincidencia

En lo que sí coinciden ambos expresidentes es que la vocación política sigue "para siempre" y que los ingredientes de un buen liderazgo son tener un proyecto –en su caso, el nacionalismo catalán y vasco–, decidir y asumir las consecuencias y rodearse de personas válidas, aunque sean mejores que uno mismo. "Y que la gente te quiera", añade el exalcalde Xavier Trias desde primera fila, atribuyendo el consejo al expresident Jordi Pujol.

Quien no aparece en la conversación, pese a que los tres políticos de arriba del escenario estuvieron atados en un mismo momento político, es el expresidente Carles Puigdemont. Es a quien Artur Mas dio paso al frente de la presidencia de la Generalitat, y es quien pidió tanto a Urkullu como a Vila que intercedieran en el momento más complicado del 2017 para evitar que el gobierno español aplicara el 155. Desde entonces, la relación entre el ex lendakari y el líder de Junts nunca fue buena. Y, de hecho, este martes en el auditorio no había ninguna primera espada de Junts.

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