¿De dónde viene el 133º presidente de la Generalitat?
El primero en ostentar el cargo fue Berenguer de Cruïlles (1359), obispo de Girona
BarcelonaLa Generalitat, fundada en 1359 en Cervera (la Segarra), es una de las instituciones de Gobierno más antiguas del mundo, como recordó Pau Casals en Naciones Unidas el 24 de octubre de 1971: “I am a Catalan”, va decir ese día mientras un franquismo en decadencia recibía un motivo más de zozobra. Para la oposición clandestina catalana fue viento de popa hacia el soñado Norte y dos semanas después se fundaría la primera y única propuesta política unitaria del estado en vida del dictador, la Assemblea de Catalunya, que tendría como meta capital recuperar la Generalitat abolida en 1938 en el inicio de la ocupación militar del país durante la Guerra Civil.
La Generalitat, llamada Diputación del General en la Edad Media, fue inicialmente un organismo temporal económico, se consolidó en el último cuarto de siglo XIV y en 1413 se convierte en definitiva al independizarse de las cortes. Los tres brazos de poder de la sociedad medieval eran el real, el militar y el eclesiástico. El pueblo raso, la nobleza y la iglesia adoptaron el pactismo como sistema de entendimiento entre ellos y con el rey. De ahí la conciencia tan insólita de la libertad de los representantes de los catalanes frente al rey.
Por la preeminencia protocolaria del brazo eclesiástico, el primer presidente de la Generalitat fue, como recuerda una placa en el Pati dels Tarongers, Berenguer de Cruïlles, obispo de Girona. Rígido, severo y perseguidor de cualquier corrupción.
Pau Claris, canónigo de la Seu, fue el 94º, con la guerra de los Segadores. Por la ruptura definitiva entre la Generalitat y el gobierno del conde-duque de Olivares el 16 de enero de 1641 proclamó la República Catalana bajo la protección de Francia ante la invasión castellana. Acabó muriendo poco después y, por el contexto político avalado por la documentación diplomática y los estudios toxicológicos –además de los síntomas descritos de su agonía–, todo apunta a que víctima de envenenamiento.
José de Vilamala, monje sacristán del monasterio de Sant Esteve de Banyoles, fue el último presidente de la Generalitat, el 121º, hasta su abolición por el derecho de conquista de Felipe V de Borbón en 1714. Valeroso y firme aceptó el cargo, que otros declinaron en pleno asedio militar franco-castellano de Barcelona.
Hacia una nueva presidencia
En el siglo XIX, con la Renaixença, se asentaban dos bases fundamentales en Cataluña, el enderezamiento lingüístico y cultural y un fuerte desarrollo económico, lo que provocaría la aparición de un catalanismo reivindicativo con demandas primigenias de autogobierno.
En 1914, coincidiendo con el 200 aniversario de la abolición de la Generalitat, otra vez Cataluña recuperaba un ente propio, la Mancomunitat, que en palabras de Prat de la Riba, su máximo forjador, no era nada pero era camino de todo. Actuaba a partir de la suma de las cuatro diputaciones provinciales realizando una ingente labor de un extremo a otro del país a pesar de los escasos recursos.
El precedente de la Mancomunidad, abolida definitivamente de nuevo por la fuerza militar en 1925, sirvió como aval de la Generalidad republicana. Francesc Macià fue nombrado presidente cuando la Segunda República Española le obligó a renunciar a la proclamación previa de la República Catalana el día 14 de abril de 1931. Era el mito viviente, el Abuelo, que luchaba desde 1922 por la independencia con la fundación de Estat Català. En 1926 intentaría con independentistas, anarquistas y republicanos la fracasada invasión de Prats de Molló que proyectaría el caso de Cataluña en todo el mundo.
En enero de 1934, Lluís Companys le relevaría después de su muerte. Con él comienza el mal fato histórico de los presidentes de la Generalitat contemporánea con condenas a muerte, prisión, acoso, suspensión, multas y todo tipo de represión.
Companys, apasionado, audaz y popular, tuvo que enfrentarse al crecimiento del fascismo y la Guerra Civil. En el transcurso del conflicto, por la actitud del mundo republicano español, evolucionó hacia un nacionalismo soberanista. Pronunció una frase concluyente: "Los catalanes sólo nos tenemos a nosotros".
En el exilio de Francia fue detenido por el fascismo francés y nazi, y posteriormente secuestrado por la policía española sin que nunca hubiera ningún trámite de extradición. Juzgado en consejo de guerra fue ejecutado en Montjuïc el 15 de octubre de 1940. Fue un crimen de estado.
El primer exilio
Tras Josep Irla, Josep Tarradellas fue el presidente del exilio (1954-1980), el hombre de la confianza absoluta en la restitución de la Generalitat. El 23 de octubre de 1977 fue recibido por una multitud de todo el país en Barcelona y su frase “Ciudadanos de Cataluña, ¡ya estoy aquí!” ha pasado a la historia del país.
Jordi Pujol fue el presidente electoralmente imbatible (1980-2003). Condenado a siete años de cárcel por la lucha antifranquista, se convirtió en un símbolo transversal. En julio del 2014, al confesar que durante 34 años, incluidos los 23 en los que fue presidente de la Generalitat, tenía dinero en el extranjero proveniente de una deja de su padre, sacudió a todo el país.
Los presidentes Maragall, Montilla, Mas, Puigdemont, Torra y Aragonès le han seguido en democracia, muchos de ellos víctimas también de la represión, hasta llegar al momento actual. El 133 presidente podría tener que esperar si ganan Puigdemont (130) o Aragonés (132), pero sea quien sea tendrá que hacer frente a una sociedad muy compleja, en una España que no sabe cómo encarar en democracia las reivindicaciones catalanas.