¡Compren banderas, banderas, banderas de España!
Las sedes del PP y Vox no pueden acoger las fiestas esperadas
El ARA me envía a Madrid, a captar el ambiente electoral en las sedes electorales de Vox y el PP, en la calle Bambú y en la calle Génova. Llego a la ciudad por la tarde y dejo las cosas en el hostal donde siempre nos alojamos los del diario, cuando vamos a la capital del reino, porque ahí al lado está la cervecería La Fontana de Oro, preciosa, que está llena, claro, de referencias a Pérez Galdós. Me sorprende ver la cantidad de tiendas de ropa abiertas, en el centro.
En la sede de Vox, varios señores con la camiseta “Que te vote Txapote”. Uno de ellos, con tatuajes con lemas más bien izquierdistas y una cerveza en la mano, me cuenta que era un votante de la izquierda. Había votado a Podemos, antes al PSOE. Luego, Ciudadanos y ahora Vox. Como este señor me encontraré varios, deambulando arriba y abajo con unos vanos en la mano de color verde. Gente que no cree en el cambio climático, que "se cabrea" con unos y se va hacia otros. Volubles, de alguna forma, frívolos. Y luego están los demás.
Jóvenes sin edad, aún, de votar, vestidos como para ir a la discoteca, ombligos arriba ellas y cabellos rubios planchados. Ellos, sin lana en la nuca, que se decía antes, y pulseras con la bandera de España.
Dos chicas hacen un vídeo por Tik Tok, a favor de Vox, con logro satisfactorio. "No tenemos edad de votar, sólo éste...", me dicen. Y me enseñan un novio que me revela que es alemán. “Tú puedes votar, pero ¿eres inmigrante?”, le pregunto. “¡Nooooo!”, gritan todos ellos, escandalizados. “Estamos en contra de la inmigración, ¡él tiene papeles!”.
Me cuentan que aplicarían la pena de muerte a los sediciosos—por suerte, no los torturarían, o no de momento—. Por ahí pasa un señor de Latinos por Abascal, que tiene un canal de YouTube y encuentra que Vox sí puede liberarlos del comunismo. Sobre lo que haría Vox con los inmigrantes, de momento, nada me dice. “¿Una banderita?”, me pregunta una señora, rubia de peluquería (de peluquería en silla de masaje en el lavacabezas, ya me entiende). Y cuando se va, oigo que habla con la compañera de la “gentuza esta”, refiriéndose a los periodistas.
Veto en TV3
Por la tarde, un compañero de TV3, que hacía la crónica desde la calle, me ha explicado que la cadena ha sido vetada en la sede. “Teníamos garantizada la acreditación, pero el jueves hicimos un inserto en Reus, y les preguntamos por el pasado de extrema derecha de dos de sus líderes...”. Un chico, con la muñeca llena de pulseras de la bandera española, se hace fotos con el señor de la camiseta “Que te vote Txapote”. Como miro sin entender, una de las chicas tiktokers me hace saber: “Es youtuber delabandera.es”.
Sin la conga
Es hora de ir a la sede del PP. "Hay mucho voto oculto de Pedro Sánchez", nos dice el taxista, joven, que está sintiendo las encuestas. “Yo mismo. Yo mismo, ante la familia, que vota al PP, no les digo lo que voto, porque ellos son todos muy de Ayuso”. Nos cuenta que está decepcionado con Pablo Iglesias por el chalé donde fue a vivir. “Una vez llevé a unos clientes, que querían ir a dar una barrabasada. No me meto, pero no me gusta. Era una buena carrera, pero... Y por eso tienen policía, ahora, ahí. Es un barrio de ricos. Esto no me gusta”.
La calle Génova está cortada y llena de coches de policía. Seguramente, y gracias a las encuestas, los técnicos municipales esperaban que eso sería una rábano de derechas, una conga más larga que el Amazonas, y lo que nos encontramos es un entierro de tercera. Gana el PP, pero no suma, así que la conga la harán los perdedores. “Banderitas, banderitas españolas”, grita un vendedor ambulante. "Banderas, banderas de España", hace una señora, toda humilde, con una muleta en la mano. "¿Cómo va el negocio?", le pregunto. “Muy mal. ¿Qué ha pasado?”, me pregunta. "Banderas, las pequeñas a tres, las gordas a cinco", me dice un abuelo. Y, con resignación, hace: "Es por las elecciones, mujer...". Tres chicos jóvenes, llenos de esperanza y sin toda la capacidad matemática que haría falta, gritan: “¡Presidente, presidente!” ya continuación se ponen a cantar Mi gran noche, de Raphael. A su lado, dos señoras gritan lo que llamábamos de pequeños, y que no traduzco, a causa de la rima: “Hemos ganado una copa de meado, los que han perdido se la han bebido”. Quizás sí, quizás sí.
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