CRÓNICA

El enésimo giro al centro de Casado para apartarse de Vox

El PP empieza la semana abrazando las tesis de Vox y la acaba pactando con el PSOE

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Pablo Casado en la plaza de toros de Valencia, donde se clausuró la convención nacional del PP.

MadridLa escena se produce jueves por la mañana en el patio de Floridablanca, en el Congreso de Diputados. Un grupo de personas se acerca al portavoz de Vox en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, y piden hacerse una foto de grupo con él. Los visitantes también saludan a Macarena Olona, la secretaria general del grupo parlamentario. En general, los dirigentes de Vox son vistos como estrellas del rock por sus votantes, y ellos actúan como tales en la cámara baja, incluso imitando estrategias tan propias de la izquierda como la de lucir camisetas reivindicativas en la tribuna, al más puro estilo Mónica Oltra o David Fernández. Así, la diputada Carla Toscano, hizo su intervención contra la ley de libertad sexual llamada la del “solo sí es sí” con una camiseta con el lema “Not me too”, en referencia al movimiento de solidaridad feminista contra las agresiones sexuales. El caso es que Vox le tiene minada la moral al PP en el Congreso y nada de lo que hacen los populares se entiende sin tener en cuenta este componente.

Miércoles nadie en Madrid esperaba el movimiento de Pablo Casado de ofrecer al PSOE pactar la renovación de los órganos constitucionales caducados excepto el CGPJ. Esto incluye el Constitucional, el Tribunal de Cuentas, el Defensor del Pueblo y la Agencia de Protección de Datos. ¿Por qué? Pues porque en la convención que celebraron en Valencia, los populares se habían conjurado para presentarse como un partido de gobierno que defendía el “reforzamiento de las instituciones” y diferenciarse así de Vox. Pero la operación resultó un fracaso porque todo el mundo interpretó, por el tono de los discursos, que el PP se escoraba hacia la derecha y se acercaba a los ultras. Y más cuando martes Casado justificó los abucheos al presidente del gobierno. Hacía falta, pues, corregir el tiro. Y hacerlo rápido.

Un dirigente del PP comenta que ahora se dan las condiciones idóneas para llevar a cabo el giro: “Son unos meses más tranquilos, con perfiles de menos confrontación en el gobierno de Sánchez, y no hay elecciones a la vista”. Y así, miércoles por la mañana, el PP activó la única palanca que tiene para diferenciarse de Vox: ofrecer pactos de estado al PSOE. 

El vicesecretario de comunicación, Pablo Montesinos, y la poderosa jefe de prensa de Casado, María Pelayo (hija de un ex gobernador civil franquista de Barcelona), fueron los encargados de explicar a la prensa los detalles de la jugada. Se les notaba nerviosos, conscientes del riesgo que asumían. Sabían que tanto Vox como Cs no tardarían en saltar a la yugular del PP con el argumento que, una vez más, los dos grandes partidos se repartían los cargos.

El acuerdo, en realidad, estaba hecho desde febrero, tal y como reveló jueves Félix Bolaños, y por eso no tardaron ni 24 horas en cerrarlo. De alguna manera el PP había comprobado que la "audacia” de Casado, en palabras de Cuca Gamarra, sería bendecida por la prensa conservadora y el establishment. El PP volvía a ocupar el centro del escenario, llevaba la iniciativa ante un PSOE que en un primer momento había parecido descolocado.

Como el 6 y 7 de septiembre

Los socialistas reaccionaron deprisa, también. Bolaños descolgó el teléfono y se entendió enseguida con Teodoro García Egea. Desde la Moncloa explican que el PP no podía quedarse en el bloqueo permanente y no cumplir la ley porque esto “era lo mismo que ellos criticaban que habían hecho los independentistas el 6 y 7 de septiembre”. Además, el acuerdo del TC permite a Casado colocar magistrados más afines a Génova.

Jueves, poco después de que los fans de Vox se hicieran fotos con sus ídolos, García Egea y Gamarra comparecieron eufóricos ante las cámaras. “Un partido que está en la oposición, pero que es alternativa, tiene que hablar con el partido del gobierno. Y el PP es un partido de grandes consensos”, dijo el número dos de Casado. El PP ensaya el enésimo giro hacia el centro para no quedar arrinconado por Vox.

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