El experto en corcho que quería ser el Madí y el Zaragoza de ERC

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Sergi Sabrià, viceconsejero de Estrategia y Comunicación en funciones.

BarcelonaAunque no es un rostro conocido por el gran público, nada de lo que ha pasado en ERC en los últimos años se entiende sin la figura de Sergi Sabrià y Benito (Palafrugell, 1975). El ERC triunfante de Marta Rovira y Oriol Junqueras confió en él para que renovara la comunicación del partido y la pusiera al nivel de los grandes partidos que hasta ese momento habían ostentado la hegemonía en Catalunya y entonces estaban en horas bajas, CiU y el PSC. ERC quería superar un histórico complejo de inferioridad con una persona que debía ser una mezcla de David Madí y José Zaragoza, directores de campañas electorales exitosas y al mismo tiempo maestros de las cloacas de la política. Y encuentran en Sabrià lo que consideran un diamante en bruto, un joven alcalde de Palafrugell que en la UPF había militado en el BEI (Bloque de Estudiantes Independentistas), uno de los planteles más fecundos de las filas republicanas, mientras estudiaba ciencias políticas, y que durante el tripartito había sido director del Instituto Catalán del Corcho (del que es un auténtico experto). En 2015 se convierte en portavoz del partido en el que será el inicio de una carrera meteórica.

En un contexto en el que la política es cada vez más comunicación, Sabrià fue acumulando cada vez más y más poder, sobre todo a partir de otoño de 2017 y principios de 2018, cuando Junqueras y Rovira desaparecen de circulación. Como presidente del grupo parlamentario en sustitución de Rovira ya no sólo comunica la política, sino que la realiza. Está en la cocina de las grandes decisiones, participa en las principales negociaciones, es una especie de plenipotenciario que ejerce un poder absoluto en el partido, donde intenta (sin éxito) que nada se escape a su control, sobre todo en lo que se refiere a la relación con los periodistas. Es entonces cuando su carácter volcánico comienza a hacer acto de aparición, así como una animadversión cada vez más visible en la profesión periodística, a la que no acaba de entender ya la que siempre atribuye intenciones escondidas. En noviembre del 2020 esta tensión estalla durante una entrevista con la periodista Marina Fernández en El Nacional.

Estos choques con la profesión periodística se harán extensibles al resto de partidos, especialmente con Junts, que le responsabilizará directamente de algunas de las múltiples crisis que sufren ambos partidos. De cara adentro, los suyos le profesan una gran admiración y lealtad. Consideran que es un trabajador incansable, alguien que siempre da la cara y protege a su gente. Y eso que como director de campañas electorales nunca llega a alcanzar su objetivo, que es convertir a ERC en primera fuerza en unas elecciones catalanas. En 2017 ERC es superada por Cs y Junts, y en 2021 por el PSC. Sin embargo, Pere Aragonès no duda en ponerlo al frente de la Oficina del President una vez alcanzada la investidura. El regreso de ERC a la presidencia de la Generalitat después de la República es su momento de máxima gloria. Aragonés, de carácter conciliador y dialogante, considera que necesita una mano derecha capaz de sacar el látigo para hacer cuadrar a los consejeros y tener visión estratégica, es decir, esa mala leche y ese instinto de killer que a él, con un perfil más de gestor, le faltan. Y considera, aconsejado por Rovira, que Sabrià es la persona para desempeñar ese papel. Desde Palau, Sabrià controla la acción del Govern, la interlocución con la Moncloa (su alter ego allí es Óscar López) y, como demuestra la investigación del ARA, sigue teniendo un pie en Calabria y monitoriza acciones como la de enviar un grupo de mariachis en la sede de Junts cuando están discutiendo sobre su permanencia en el Govern.

Choque con Junqueras

Pronto habrá alguien a quien no le gustará ese excesivo protagonismo de Sabrià: Oriol Junqueras. El divorcio entre ambos se va congriando a lo largo del tiempo, pero llega un momento en el que ya ni se hablan. El propio Sabrià lo ha reconocido este jueves. La última vez que lo hicieron fue hace un año, la noche electoral de las españolas. Las elecciones del 12 de mayo del 2024, cuando ERC pasa de 33 a 20 diputados, son un fracaso personal de Sabrià que provoca un terremoto en el partido. Todos los conocimientos adquiridos a lo largo de los años, la supuestamente engrasada maquinaria comunicativa de ERC, se estrellan contra el PSC de Salvador Illa y el Junts de Carles Puigdemont. Los fantasmas de Madí y Zaragoza vuelven a aflorar y ERC vuelve a la casilla de salida. Pero entonces Sabrià se embarca en otra guerra –su estado natural, por otra parte–. En este caso contra Junqueras por impedir que tome el control del partido. Desde su cargo en el Govern, Sabrià actúa como la punta de lanza del rovirismo contra Junqueras e impulsa un manifiesto que busca forzarle a dar un paso al lado. Pero el intento fracasa. Al menos por el momento.

Sabrià asegura que ahora volverá a Palafrugell, donde la suya es una familia reputada. Su padre, Martí Sabrià, es uno de los tótems del sector turístico del Empordà. Estuvo 43 años en la gerencia del grupo Costa Brava Centre y es uno de los impulsores de la Cantada de Habaneras de Calella de Palafrugell. Quizá por eso el nombre en clave de Sergi Sabrià en la aplicación con la que se comunicaba con el grupo que llevó a cabo la acción de los carteles de Maragall era, precisamente, Havanera.

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